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Consuelo García del Cid Guerra

DICES QUE ME DICES

DICES QUE ME DICES

Siempre le llamé Mago Merlín, el nombre que se puso a sí mismo. Se sabía posible y prácticamente el inventor de la gran lucha libre, contra corriente, contra el mundo y contra sí mismo.De él he aprendido tanto que no sabría por dónde empezar.Sólo las cosas importantes son las que nunca terminan.Me preguntaron una vez si estaba arrepentida de haberle conocido, y la respuesta fué rotunda:No.Hoy añadiría:Jamás.

Ha sido un gladiador con su propia doctrina a cuestas, una carga pesada de hace ya mucho que alivió su camino más allá del esfuerzo.Es un ejemplo,y creo que no lo sabe.Se desconoce bueno, sencillo, inteligente y feliz.Tanto como generoso, sin pedir nada a cambio.Repartía sus cosas como si nos pertenerieran.Conservo la miniatura de un coche rojo,un gato de alabastro y una pulsera de oro.

Cuando hablé con él por primera vez, dije : “Me interesa tu cabeza”.Se mostró sorprendido, nadie le había dicho algo así.Creo que a estas alturas, tras tantos acontecimientos, quedan pocas preguntas.Personas espontáneas que iban y venían,aspirantes a huésped en casas que no existen,conductores,gurús,lapas,aprovechados...hubo de todo.Pegados a una existencia tan peligrosa como envidiada.

Mantuvimos largas conversaciones, siempre a media tarde.Bajaba el tono de voz, como si fuera un secreto.Bajaba la mirada.Bajaba yo hacia sus argumentos,confesiones y miedos.Teníamos el mismo   pánico a seguir viviendo, al día siguiente, a un futuro con forma de amenaza que no éramos capaces de resolver.Cada jornada era una montaña rusa.Con él se acrecentaban las horas,convertidas en días, los días en semanas, las semanas en meses.Todo era intenso, al límite,sujeto por un cascarón muy débil.Nacer de nuevo.Volver a empezar.Tantear ese cero que no suma ni resta.

No podía entender cómo le gustaba tanto Lionel Ritchie.La música de una persona suele ser radiográfica, y en él era un enigma.”Dices que me dices”, es el tema que tanto le gustaba.Lo escucho, muy lejos de aquellos tiempos, y ahora lo comprendo.Conservo en la memoria una frase que escribí:

“Levantó el cuello de su americana.Se puso la bufanda roja –tiene la habilidad de convertir la necesidad en elegancia- .Iba a salir.Me miró, sonriendo, y dijo : ¿Te traigo algo?...en ese preciso momento supe que era mi amigo”.

“Dices que me dices”.Yo sé, para los restos, todo lo que hemos dicho.Lo que vivimos juntos, e incluso por separado.El video presenta a un bailarín atormentado que rompe el aire.En un momento determinado, pide ayuda, y baila acompañado mientras cambia de ritmo.La presencia de dos mujeres confunden la escena.Una rubia falsa.Una morena auténtica.

Nadie sabrá de quién estoy hablando.Sólo él.Ha ganado.Sigue siendo el Mago Merlín.

http://www.youtube.com/watch?v=we0mk_J0zyc

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