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Consuelo García del Cid Guerra

domingo

El truco, su trato, la eliminación de la sustancia. Una piensa que su propia realidad perdida debería construír algo partiendo del porvenir de su pasado. Puede que cuando la noticia se convierta en lo de menos empecemos a ser más. Cuando creamos en nosotros como referente válido, analizando conductas, sus consecuencias y errores, reconociendo cada postura, mentira sobre mentira, a lomos de una circunstancia cómoda en su momento, llevadera, conveniente y sin alma, podamos empezar de nuevo partiendo de un cero redondo, exacto e idéntico al más grande suspenso colegial cuando nuestras calificaciones se tradujeron en números, antes de ser muy deficientes, deficientes o insuficientes. De la letra al detalle, colgados en hombros de una madurez suprema que huye de la vejez. Nuestra segunda edad teme tanto a la tercera que nunca dejará de teñirse el pelo y estirarse la piel, aunque por detrás nadie adivine las cicatrices. Se ha engañado tanto que ni la verdad es cierta. Se ha forzado tanto el cuerpo en pos de algún deporte que caminar a la fuerza nos aterra, tanto como sudar por las malas.

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