GUILLERMO PEÑA SALSAMENDI : ABOGADO.
Ha sentado en el banquillo al Dr. Eduardo Vela. Huye de las cámaras, no busca prensa ni ansía fotografías. Tampoco se prodiga en los medios de comunicación : simplemente, trabaja.
Acepta casos por cantidades tan mínimas que ni él mismo es consciente de sus pérdidas, pero a mí, Guillermo Peña, mi abogado, me ganó desde el primer minuto, pese a ser Falangista. Con él me he reído a carcajada limpia, con él se puede hablar de cualquier tema, con él se puede contar siempre, porque nunca falla. Nuestras ideas políticas, claramente contrarias, no han impedido jamás esa cercanía espontánea que ha ido creciendo con el paso del tiempo. Nos respetamos mutuamente pase lo que pase, y es una persona intachable, de esas pocas que una se encuentra en el camino, sin buscarlas, creyendo que ya no existen.
Guillermo da el callo y pone el hombro, escucha, padece, asiente, niega cuando es necesario, estudia, sabes que te defenderá dejándose la piel y partiéndose la cara por ti ( así me lo dijo, literalmente hablando). Y así lo hizo.
Desinteresado, profesional, sin afán alguno de protagonismo, es esa rata de juzgado que me enseñó mi padre, también abogado. No tiene espacio porque es universal, un alma limpia, transparente y leal. Capaz de sentar en el banquillo al principal implicado en la trama de robo de bebés sin pestañear, sin buscar un solo minuto de gloria, dando la espalda a la turba que jalea todo ese circo mediático y retirándose en silencio tras haber cumplido con su deber.
Por eso, con estas líneas quiero rendir homenaje a un letrado excepcional, y la foto, la pongo yo. Gracias, Guillermo.
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