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Consuelo García del Cid Guerra

Estáis enfermos.

Estáis enfermos.

Del discurso sin consistencia alguna al racismo descarado, de una "censura" muy mal entendida que convierte en verídico lo falso dependiendo de la tendencia, del bulo a la indignación peleona, de la falta de criterio al griterío cibernético desatado. Cuentas en redes sociales temporalmente suspendidas que provocan ese victimismo del futuro aspirante a héroe que morirá sin conseguirlo , mucho más allá de la calumnia, el descrédito y la injuria. 
La promesa de un voto captado a los ágrafos más pobres, que no se enteran de nada y ondean con orgullo la bandera bicolor. Noticias que se comparten y viralizan con la rapidez que caracteriza a la mensajería instantánea, cambiando el sentido de las cosas. 
El embuste le viene bien al lector corto de titulares y contraportadas, que ahí se queda porque no da para más. La derecha alcanza su momento más álgido, encantada de conocerlos mientras manipula ideas y conceptos a placer. Os están adoctrinando desde ese certificado de estudios primarios de escaso contenido que insiste en merecer no se sabe qué. 
 Youtubers, influencers, instagrams, selfies constantes al más puro retrato narcisista y hasta la saciedad ( ahora se puede contemplar incluso lo nunca visto), canales de desinformación que se os cuelan por esos canalillos recién construidos en quirófanos y musculazos gimnastas, que están, pero no son. Del culto al cuerpo al coaching, de los nuevos dioses a las sectas satánicas "descubiertas" en canales conspiradores por demás que dan pasto al sediento de morbo donde un sujeto disfrazado de vaquero jura y perjura saber a su ciencia incierta la fecha del fin del mundo. 
Buenos que son muy malos bajo esa piel de cordero expuesta cual escaparate virtual cuyo tono de voz monocorde convence al populacho. Likes comprados, amor de segunda mano, cercanías que duran cuatro días contados, amistades efímeras que van del halago desmesurado al insulto chabacano y ese afán por ser famoso a cualquier precio. Estáis enfermos. Definitivamente enfermos. 

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