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Consuelo García del Cid Guerra

vieja escuela

Vivo  y extraño te nombra un gusanito de luz

Entre los dedos presiona tu mayúscula vital

Te han cortado la salida inhóspita, entrometida

Bachiller elemental. Cuernos, canas de puntillas

Resurrección repetida

Templo agnóstico sensible a la luz artificial.

Te van a decir que el tiempo no es más que pasar y estar. Te van a mentir gobiernos, personas y un animal. Entre todos el más viejo al que suponías fiel, te arrancará los pellejos por un hueso enmohecido, sabrás que tú eres su pienso, la posibilidad del ciego y el miriñaque arrugado que nadie pudo educar.

Santíguate, indiferente. Sígueles esa corriente pero no tragues jamás el agua que ellos se beben, aléjate de palabras que sobran para soñar.

Las hadas de la memoria no se conocen sumando. En la extensión de sus bosques vuelan

cometas enormes, alas no reconocidas, ruido por catalogar. Tardío, crepuscular. Gloriosa concupiscencia, sigue copiando cien veces

“No lo volveré a hacer más”

 

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