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Consuelo García del Cid Guerra

AQUEL TELEFONO NEGRO

No hace tanto tiempo solo teníamos un teléfono, el de casa, y no diferenciábamos entre “fijo y móvil” porque ni en sueños imaginábamos todavía semejante invento.Aquel, el de casa, primero negro y pesado, aunque precioso, por cierto. Mas tarde de color gris, liviano y de plástico duro. Atendíamos todas las llamadas. Todas. No sabíamos quien nos llamaba, por supuesto que no, porque tampoco pensamos en la posibilidad remota de saberlo. Era lo que había. Y era un único aparato. Feo, aparatoso, caro. Ahora, gracias a las nuevas tecnologías, podemos saber casi todo. En primer lugar, diferenciar entre fijo y móvil. Vamos con el fijo. La llamada entrante aparece reflejada, por lo que nos hemos acostumbrado a no responder si no tenemos ganas de hablar con la persona que llamas salta el contestador automático, dejan un mensaje.Cuando la llamada entrante dice “número oculto”, acostumbramos a no responder.“Número oculto” puede ser un desconocido, una factura impagada, una oferta de compra vía marketing telefónico, un pesado que te persigue. A mi personalmente eso de número oculto me da morbo, y siempre respondo. No tengo nada que ocultar, no me quiero esconder, yo contesto.Si no nos localizan en el fijo, nos llaman al móvil. Es un invento fantástico. Aun apareciendo en numero en pantalla le damos a una tecla, axial, por las buenas, para que al que nos llama le aparezca la amable frase de “llamada rechazada”. Más o menos es como decir, déjame en paz, no quiero hablar contigo, ahora no puedo, o, según se mire, vete a paseo.Luego están las llamadas perdidas, las que nos hacen nuestros hijos o amigos cuando no tienen saldo o simplemente porque no quieren gastar. Una perdida es algo parecido a “llámame, yo no pago, paga tú”.Y los mensajes de texto, maravilloso método para concentrar en muy pocas palabras toda una conversación que no se mantiene, bien por falta de saldo o por no tener ya teléfono fijo. Los mensajes ahorran tiempo, frases largas y hasta letras. “Quiero” se sustituye por “kiero” y hasta por “kro.”. “Amor” por “Love” o “lov”. Si analizamos la cuestión, también brevemente, la cosa termina siendo preocupante:“Lo ajamos zurrí. Ya no te kro. “ “Jpta. Llama ya. M dejas por esa p?” etc., etc.Conceptos como “llamada oculta” “llamada rechazada” “llamada perdida” son ya algo cotidiano. Se me ocurre traducirlo en lenguaje coloquial, por ejemplo: “Llamada de no se quien” “vete a la mierda” “paso de ti”. Sinceramente, me gustaría volver al teléfono negro de casa, el que pagaban mis padres, el que me hacia saltar del sofá cuando escuchaba aquel tremendo timbre, sin saber quien llamaba, porque tal vez era el chico que había conocido el sábado, o mi amiga del alma, o cualquiera, pero era una llamada, era alguien que quería hablar conmigo y con quien yo hablaba siempre.Si, el tono era estridente, era feo, pero mejor que escuchar a David Bisbal una y otra vez , o a Laura Pausini, o a Chenoa, porque siempre son los politonos de los mismos, claro, a nadie se le ocurre poner a Pavarotti porque si el pobre levantara la cabeza…y aun con eso no hace falta que canten, hay otras formas habladas como : “ Eh tu pringao,  que te llaman , Manolo que te llaman, que lo cojas ya joder” una y otra vez, dale que dale.Todo ello sin tener en cuenta que el móvil suena en cualquier momento, en el autobús, en el cine, en un funeral, en medio de una reunión..porque no todo el mundo recuerda desactivarlo o ponerlo en silencio.El silencio es, para algunos, una señal incluso sospechosa. Yo quisiera volver al aparato negro, de verdad que si. Contestando sin mas y hablando con las que fueron compañeras de colegio, de carrera, o simplemente compañeras de trabajo. Aunque me produce cierto reparo, porque hace pocos días busque en google a una ex compañera de la empresa donde trabaje hace años y al teclear su nombre me apareció en la pantalla un sinfín de noticias en prensa sobre ella, con nombre y apellidos, donde se expone con todo lujo de detalles los delitos que ha cometido últimamente, su detención y la fecha de su ingreso en prisión. Antes, para averiguar algo semejante, se solicitaba un certificado de penales. Ahora, con el dios google, apareces al desnudo con tus mas intimas miserias en portada y al alcance de cualquiera .Seguramente ella tiene un montón de llamadas perdidas en el móvil, un montón de correos por responder, mucha gente en la lista negra como “ correo no deseado”. Si a todo ello le añadimos el gran fenómeno sociológico de los foros y los chats, donde se acostumbra a mentir, a inventar identidades y a pasearse en nombre del mas degenerado disparate por todas partes del mundo, oh gran tela de araña informática que permite estar en todo y con casi todos, me pregunto quien es quien, por que y para que, y nuevamente recuerdo melancólicamente aquel teléfono negro , las cartas por correo ordinario, las citas puntuales, los recuerdos, los libros en papel, los ex libris, los cuadernos y las agendas , la dedicatorias, las firmas de puño y letra, las promesas escritas, las fotografías y los documentos estampados con sellos de caucho, los mensajes en trocitos de cuaderno recortado, los escritos con lápiz de labios en el espejo del baño y una canción que para escucharla nos obligaba a poner un disco de vinilo, negro, duro, pesado y de plástico como aquel gran teléfono negro.

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