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Consuelo García del Cid Guerra

LA ALBATARA DE SOR-PRENDIDA

LA ALBATARA DE SOR-PRENDIDA

Sor- Prendida inició su ascensión a los bajos fondos con suma rapidez. Necesitada de efectos, a ser posible, especiales, con urgencia y turgencia.

Ex y pulsada de muchos lugares, se- paró a no pensar mientras ejercitaba la danza del vientre con infinita torpeza a fin y efecto de recuperar sus piezas otrora jóvenes en cuyo bosque morían torturadas las arañas.

Sor-Prendida decía ser amiga de todas las mujeres, bendita era ella, de entre todas la mejor, la superior, la deslenguada en ese corto discurso ausente de retórica pero con suma ilógica consiguió pren-dar, como bien indica el nombre, a todos los climatéricos no mozos del extraño lugar. Ella, y si fuera ella, se desliza y se atropella, y aunque a veces no le importe, sigue siendo ella … y otra vez se duele…porque el día que se pierda volverá a sufrir por ella …mientras tanto, Sor.Prendida hizo arder París, no a la francesa pero sí en sus derrotadas carnes colgantes como la misma Cuenca de postal.

Horizontal quedó, sola y llorosa, amando desarmada al innombrable James Bond, que no cesaba de recordarle una y otra vez . Mi nombre es Bond, James Bond, pero por dios, nunca me digas nunca jamás. Juguemos a los médicos, a los truenos, a los encuentros y tócame otra vez, Sam. Que el tiempo pasará, pero lo nuestro es el principio de una gran amistad, oh my lord.

Eléctrica y lenguaraz, desestimó las causas y generó un ejército de marujas menopáusicas en busca de su olvidada albatara (entiéndase por ALBATARA, según el diccionario académico de 1726, lo siguiente: “Especie de enfermedad asquerosa y peligrosa, que dá a las mujeres en la boca de la madre o útero. Es voz árabe”.

Preguntóse el curioso qué enfermedad sería esa, tan mal conocida y tan vituperada, pero no siguió investigando, porque era hembra de muy ceñidas inclinaciones patológicas.

Falsa como un euro de plástico, se tocaba y albergaba en sus húmedas paredes en busca del arco perdido, baúl de los recuerdos y flechas del amor. Por tanto, Sor-prendida, en la fiesta de Blas se tomó unas copas de más, y fue en aquella fiesta donde al fin conoció a Eva-Sión., con quien formó pareja de hecho tipo Bonnie and Clyde pero a lo lésbico y sin recibir la visita de Safo. Desde entonces, Sor-prendida empezó con los espasmos y retorcimientos, lloró el teléfono, sangró el despertador y el sonajero, y en una visión fantasmal se encontró con cuatro mulatos que se negaban rotundamente a poseerla.

Loca, internada y drogada, gritó : “Fóllame otra vez, Sam”. Pero Sam andaba en el piano tocando lo del viejo perdedor, que le sentaba bien, y era tan triste su canción que sabía a derrota y a hiel.

Eva-Sión, con los cuatro mulatos, seguida por todos los orificios, nasales incluídos, tenía cuatro cascabeles atados a la albatara. Sor-prendida, miraba. Nunca fue voyeur por aquello del pecado, pero de pronto, el infierno se convirtió en un after donde podían quitarle lo baliao. Y ella, a la sombra de un león, agraciada por haberse ido, topó con el diccionario. En él buscó “alabatara”, y encontró : “ALBATARA: Clítoris. Parte larga y redonda que sobresale en la parte superior y media de los labios …”

Y Sor-prendida gritó. Se le puso duro como el mármol, caliente como el hierro, líquido como la gaseosa. Ese fue el día de su juicio final. Al fin tuvo un orgasmo. Pero no supo entreverlo ni entenderlo y corrió a urgencias de la seguridad social, acompañada de la incrédula Eva-Sión.

“Mala hierba nunca muere”, escribió el facultativo.

Continuará ...

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