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Consuelo García del Cid Guerra

MIÉRCOLES

Algunos de mis amigos se preocupan por mi forma de escribir. Piensan, puesto que me conocen, que paso por una maña racha o que me encuentro excesivamente alterada. No.

He creído oportuno aclararlo, puesto que gran afecto me lo comentan. Estoy plasmando el día a día. Hablo de lo que ocurre, y del comportamiento de muchas personas ante la maldita crisis. No me siento mal, al contrario, me encuentro en situación y posición para escribir con crudeza y dureza sobre la realidad, es más, la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad. A diario recibo llamadas de colegas que cierran su empresa, otros que se quedan en el paro, otros que me transmiten sus angustias y situaciones límite. Lo transmito con palabras y al hacerlo siento una profunda tranquilidad, un desahogo extraordinario, porque queda escrito y manifestado. Siento la necesidad de plasmarlo para que todos los que me siguen comprueben cómo se desarrollan los acontecimientos. Las noticias son un resumen grandilocuente generado en despachos y entidades de las altas esferas donde no estamos, por tanto, creeremos o no lo que nos cuentan, simplemente porque es lo que hay y lo que nos dicen. ¿A quienes? …a todos. Al país entero que lee la prensa, sea de la tendencia que sea. Ahora, y hoy por hoy, siento que no es suficiente, y en muchas ocasiones, ni siquiera creíble. Faltan voces. Faltan autores, escritores comprometidos, faltan opiniones verdaderamente libres. Una manipulación lenta y en la sombra, pretende convencernos de todos sus errores. Un nuevo poder blando se prepara para atacar de nuevo. Son los que perdieron su parcela de posibilidad, por ambición, error o simplemente por la atracción enfermiza de gobernar, mandar o dirigir desde donde en su momento no fue posible. Esos nunca han dejado de ser ricos. Aunque se confiesen arruinados, siguen siendo ricos. No padecen la falta de trabajo, no sienten esa impotencia del que no llega a final de mes, y mucho menos del que ya no tiene nada. Juegan en nombre de lo desconocido, filosofando sobre sí mismos. Aseguran estar retirados del mundanal ruido, pero continúan viajando en business. Los bancos son suyos o de sus amigos. No es que tengan un trato preferente, es que ni siquiera los necesitan. Pero hablan desde una notoriedad que nunca, ocurra lo que ocurra y hagan lo que hagan, dejarán de tener. Quieren incluso volver a ser populares, y hasta es posible que lo consigan. No son líderes, pero pueden ser convincentes para muchos. Parecen cómodos. Incluso lejana y sospechosamente “buenos”, puesto que hablan del bien y del mal, nos animan a aguantar, a sufrir, a inmolarnos en nombre de no se sabe qué nuevo dios, porque de ahí, dicen, se recupera la fuerza para seguir adelante. Nos trasladan sus mentes y presentan la simiente de un pensamiento fláccido que no se sostiene ni con cemento armado. El día a día es otra cosa. Las personas, lo fundamental.

Hace algún tiempo que me planteo seriamente crear un periódico digital. Las reacciones han sido sorprendentes: “Adelante, cuenta conmigo, te entiendo perfectamente, tu mensaje llega a todo el mundo, te entienden, te siguen. Estoy contigo, dame un espacio y escribiré todos los días …”. Ya no es un proyecto, tiene forma y en muy poco tiempo estará en el aire. Nos hemos decidido por “nosquedalapalabra”.

Desde aquí, ofrezco a todo aquel que esté interesado, la posibilidad de contactar conmigo:

Iniciaremos un camino complicado. La apuesta es fuerte, como ocurre casi siempre con todo lo importante.

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