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Consuelo García del Cid Guerra

AMORES QUE MATAN

AMORES QUE MATAN

 

La primera vez que la ví , era noticia indecente de rápida portada. Aún así, escribí sobre ella , ni a  favor ni en contra. Plasmé la realidad amarga de una entrevista dura:

violeta santander, juicio mediático

Escrito por: Consuelo García del Cid Guerra el 08 Sep 2008 - URL Permanente

Han pasado seis meses. Los mismos periodistas que la masacraron, ahora sienten compasión por ella. Nada ha cambiado. Los hechos son los mismos, excepto la recuperación de Neira : bendito milagro, justicia divina.

Violeta es una mujer maltratada. Enganchada a un hombre violento y drogodependiente.

Enamorada de un príncipe imaginario que no existe, y a quien la realidad le ha colocado en el lugar que le corresponde: La cárcel.

Ella insiste en que no la ha maltratado. Ella ha normalizado esa forma de hablar, de insultar y de vejar. Ella mantiene que no fue más que una discusión de pareja. Ella, inconscientemente enferma, ha dado la cara por un canalla. Y ese canalla la va a abandonar, si es que no lo ha hecho ya. Ella, dependienta de unos grandes almacenes, nunca soñó poder cobrar tanto dinero en su vida, y mucho menos  en la televisión. Y ha sido la tercera vez que el programa la ha llamado buscando carnaza y dando más cancha a un asunto tan vergonzoso como repugnante.

Sus palabras no se sostienen, su mirada se pierde ante la cámara, duda de sí misma, se altera fácilmente: No sabe. No puede.

Iba a escribir, y escribo: “No debe”. Y no debía haberlo hecho, claro que no. Pero tampoco el programa debería haberla invitado tres veces. Asunto feo . Gran noticia.

¿Por qué no invitan a diez ciudadanos de a pié que acaban de quedarse en el paro, por ejemplo? Sería un debate interesante, pondría hilo a la aguja, no sería una aguja en un pajar, y cobrarían todos. No les solucionaría la vida, pero sí unos meses.

Violeta es una mujer maltratada cuyo síndrome aumenta con los días. Vejada en público y en privado. Negará hasta la muerte ese maltrato, como tantas mujeres, ocultas en su propia vergüenza, perdidas en lo más profundo de la dignidad. Reconocerlo, pasa por desengancharse. No es lo mismo discutir que pelear. Se dice que la confianza dá asco, y a partir de ello se pierde el respeto. Esa pérdida no tiene vuelta. La víctima se siente culpable. Se encoge como un gusano, se deja pisotear en nombre de un amor delictivo,

del sentimiento humillante. Maltratar es tratar mal. Un maltratador es un malvado, un cobarde, un asesino moral.

Violeta saldrá terriblemente destrozada y destruída, será carne de terapia durante años y años, llorará sus propias palabras y no reconocerá su rostro cuando pase el tiempo y pueda contemplarse en las patéticas imágenes que tanto dinero le han dado.

Su novio saldrá de la cárcel y le faltará tiempo para negociar su circo mediático en las cadenas televisivas. Lo mismo hasta tiene ya manager.

Pero Violeta está sola. Cree sus propias mentiras , seguirá negando, defendiendo al canalla que golpeó brutalmente a un hombre de bien, el hombre que la defendió.

 

Consuelo García del Cid Guerra

 

 

 

 

 

 

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