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Consuelo García del Cid Guerra

EMPRESARIOS

 

Lunes, 16 de Marzo de 2009

 

 

 

 

Que no se nos caen los anillos por nada está muy claro , puesto que los hemos empeñado o vendido los que teníamos, intentando por todos los medios resistir lo irresistible.

Que el pánico ya ha cundido y nos ha sacudido es una realidad flagrante. Y es que nosotros, los empresarios, cuando tenemos que cerrar, no es que nos quedemos en la puta calle, no…no  es eso exactamente : Nos quedamos fuera del mundo.

Porque cerrar en condiciones cuesta un dineral. Y cerrar de mala manera nos convierte en miserables. Y es cuando deseamos ser trabajadores de nuestra propia empresa, por lo menos para poder cobrar un subsidio de desempleo que nos permita comer : Porque no tenemos paro. Hemos creado empleo, pero no tenemos derecho a paro.

Si hemos aguantado más allá de lo razonable vendiendo patrimonio y entrampándonos  hasta las cejas, es nuestro problema. Retirarse dignamente nos convierte en gilipollas, es decir, apostar hasta el final, cueste lo que cueste, hasta que nos cuesta todo y nos quedamos a cero. Del mismo modo que se ha catalogado toda la vida al empresario rico como a un hijo de puta especulador, el empresario que lo arriesga todo y pierde, es un imbécil, un majadero y además resulta que lo ha hecho mal, que no es profesional, que no ha dado la talla. La madre que parió a Panete.

Llegados a este punto, con más deudas que pelos en la cabeza y en busca de un trabajo que no llega porque los hunters andan a la búsqueda de ejecutivos a precio de saldo y en procesos de selección más largos que un día sin pan, nos veremos obligados a vender la ropa, porque encima, como seguimos vistiendo bien, nadie nos cree.

-Pues me pongo a trabajar de albañil

-Pues me busco un curro de camarera

-Pues lavo cabezas en una peluquería

-Pues me pongo a fregar

Pues tampoco. Porque resulta, en primer lugar, que no sabemos hacerlo. Puede que alguien nos contratara , pero seríamos despedidos a los cuatro días por incompetentes.

Y en segundo lugar, porque ni siquiera hay ofertas excesivas de empleo al respecto.

Por tanto

 

REUNIDOS

 

 

El grupo de pequeños empresarios que hemos cerrado nuestras empresas, cada uno en su sector, y tras largas reuniones en las que se han consumido litros de café americano y más de paquete y medio de tabaco por cabeza

 

 

PACTAMOS

 

-Que nos dirigiremos a la competencia en busca de un puesto de trabajo, sea digno o indigno

-Que bajaremos la cabeza ante los que han sido nuestros fieles clientes y les ofreceremos continuar la actividad realquilados o “recogíos” en las grandes extensiones de las multinacionales.

-Que hablaremos con nuestro banco mostrando las tripas, el corazón, el páncreas, el hígado y el intestino delgado.

-Que la seguridad social puede quedarse con los coches, motos de segunda mano, ordenadores, mesas y sillas, fotocopiadoras , faxes y poco más, porque el resto, ya lo hemos vendido para aguantar los últimos meses.

-Que Hacienda no somos todos, porque ahora somos nosotros los más perseguidos.

-Que los bufetes de abogados extrañamente convertidos en empresas de cobro de morosos, esos que envían cartas en nombre de “mi cliente” (casi siempre Telefónica, Jazztel, Ono, Ya. Com, Orange y el resto de compañías de Telecomunicaciones) reclamando cantidades de 23,40 €, con textos como:

“Si no hacen efectivo el importe en el plazo de siete días, procederemos judicialmente en defensa de los derechos de nuestro cliente”. Por 23, 40 €, ahora te llevan a juicio y además las costas te las cargas tú.

A esos bufetes, que no se preocupen, porque antes o después les vamos a pagar.

-Que no nos declararemos insolventes porque la situación ya nos ha hecho insolventes, por tanto, somos evidentes.

-Que seremos asistidos por abogados de oficio porque ya no podemos pagar los honorarios de nadie.

Con y por todo ello, en consecuencia

 

 

ACORDAMOS

 

-Que somos morosos

-Que estamos sin trabajo

-Que no tenemos paro

 

Y para que así conste, queda firmado y sellado en el lugar y fecha arriba indicados.

 

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