1976
Que increible mentira
la de los sueños nuestros
Que zarzas mas hambrientas
cruzaron mi garganta
en el camino
cuantos roces ajenos
me aliviaron a veces
con perfil celestial
y a menudo maldito.
Y que fiebre tan recia
tan altanera siempre
la del amor indigno
y navegante.
Desazon de un cerebro
amante y amador
a golpes de uña
de vida deshojada
nos amenazan todavia.
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