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Consuelo García del Cid Guerra

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PobreEl mejor 
Secciones - Editorial
Escrito por Pere Borràs   
Domingo 05 de Julio de 2009 00:00

Con el tiempo hay cosas que se superan. La esclavitud está en buena parte abolida, las mujeres no necesitan el permiso de su marido para viajar en casi todo el mundo, y los homosexuales no son tan apaleados como antes. Pasa. Pero pasa menos. Pero sigue pasando... : Valga decir, de entrada, a modo ilustrativo, que los chavales que vemos en la foto ya no viven. Fueron ejecutados por ser pareja. Ya no pasa tanto, claro. Sigue pasando, pero no tanto.

Eso es así porque a lo largo de la historia, cuando la necesidad de justicia se alió con tener un par de cojones bien puestos, se dieron las circunstancias debidas para hacer del mundo un lugar mejor y más justo.

Ahora, el presidente de los estados unidos puede ser negro (Obama), el primer ministro británico puede tener coño (Thatcher) y el alcalde de París puede amar a una persona de su mismo sexo (Delanoe).

Pero, insisto, no siempre fue así (e, insisto, sigue sin serlo en algunos, demasiados, lugares).

Los EE.UU. vivieron una interesante guerra para lograr los mismos derechos para negros que para blancos. El punto de inflexión lo inició una mujer de color que decidió sentarse en un asiento para blancos en un autobús. ¿Por qué no? Después de un día de trabajo, Rosa Parks se negó a cederle su asiento a un blanco, hecho por el que fue detenida. Esta mínima acción fue el desencadenante de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, y probablemente inició el proceso que ha desembocado en un presidente negro. No era peor que un blanco y merecía los mismos derechos. Y encima estaba cansada después de trabajar como una negra todo el día.

Algo más institucional fue la declaración del día de la mujer, a raiz de una conferencia en Copenhague de la mano de un puñado de mujeres con tantos cojones como ovarios.

Para los GAYs, el punto de inflexión se localiza en el Stonewall Inn de Nueva York, el bar de Greenwich Village donde la búsqueda de la libertad se volvió a expresar.

Acababa de morir Judy Garland, intérprete, en la película "El mago de Oz", del tema "Somewhere over the rainbow", que hablaba de un lugar maravilloso donde los problemas se iban a tomar viento. Un tema especialmente apreciado, dadas las circunstancias y el tema, por los homosexuales de la época. Tal vez ese subidón emotivo animó a los homosexuales a revelarse frente al típico abuso al que se veían sometidos por parte de la policía neoyorquina de entonces.

Las hostias duraron días y se vio de todo. Pero los homosexuales demostraron que no estaban dispuestos a seguir siendo objeto de vejación porque sí. Amar no es malo. No importa a quién. Que te peguen o te maten por ello no mola. No mola nada. Y desde ese día quedó claro. Eso es lo que se celebra el día del orgullo GAY (acrónimo de Goos As You, tan bueno como tú) y hay motivo.

A pesar de que cuando sucedió el hecho yo ni siquiera había nacido, durante muchos años, en muchos lugares (y aún hoy) la homosexualidad era (y es) objeto de menosprecio.

Oigo a veces comentarios cuestionando por qué lo GAYs han de sentirse orgullosos de serlo y los heterosexuales no. ¿Por qué los GAYs tienen día del orgullo GAY? Yo quiero un día del orgullo hetero... JAJAJA. Qué risa. Mira que ingenioso soy...

Pues bien. La razón es que el día del orgullo GAY no celebra la homosexualidad, sino el triunfo de la justicia sobre la necedad. Los GAYs podemos celebrar, y celebramos, que un día se nos hincharon los cojones y plantamos cara. Y salimos airosos. Con moratones, con bajas, a base de hostias, pero ganadores. Y es que era cuestión de justicia.

Hace realmente muy poco que ésta relativa normalidad se implantó en nuestras vidas.

Yo mismo, que nací en 1974, 5 años después de los hechos de Stonewall, tuve que sufrir las consecuencias de ser GAY. Porque, ya de paso, lo digo. Soy GAY.

Durante años tuve que vivir con la presión de un padre homófobo que demasiado a menudo me soltaba lindezas del tipo "Como me salgas maricón te mato" (entonces, pobre, no lo sabía).

Y no soy el único. Las he oido (y visto) peores. He visto a personas buenísimas destrozadas porque las personas a las que quieren no las aceptan por una chuminada tal como poder amar a alguien de su mismo género.

He visto, he vivido, he intentado compensar de algún modo, las consecuencias de esta realidad. Tuve que albergar en mi casa a un chaval (menor) que se prostituía porque no tenía otra forma de vivir. En su casa no lo querían: era GAY. Compartí tres años de mi vida con una persona maravillosa que a los quince años tuvo que despedirse para siempre de su familia por la misma razón. Yo mismo corté de cuajo la relación con mi padre por lo mismo, retomada hace muy poco únicamente porque está a punto de dejarnos (el cáncer se lo llevará pronto) y no soy tan necio como él.

Recuerdo el día en que supo que yo era GAY. Se fue a casa de mi abuela, su madre, y le espetó a voz en grito "¡Tu nieto es maricón!", como si ella fuera la causa. Ella ya lo sabía y le respondió "Mateo, estas cosas hay que tomarlas tal como son". Le dio a entender que eso solo era una realidad que no tenía porqué tomar a mal. Ella nunca me rechazó.

Puede que me gusten las plumas y las carrozas el día del orgullo. Puede que no. En cualquier caso, no matan a nadie. Matan más los SanFermines que el día del orgullo (además de homosexual soy vegetariano). ¿Por qué se cuestionan menos? Pues porque desgraciadamente aún quedan prejuicios por enterrar.

Hace un par de años (o tres), tuvimos que dejarnos las piernas recorriendo todos los locales que pudimos para recopilar firmas a fin de que absolvieran a Jibrin Babaji para evitar que lo ejecutaran. Debía morir lapidado. Lapidado, señoras y señores. Hace tan solo tres años, en Nigeria. ¿Adivinan por qué? Lo logramos. Se hizo presión suficiente y salvó la vida. Y por presumido que suene, me siento orgulloso de haber iniciado el movimiento, de haber disparado la chispa, que lo logró, desde que sugerí y dirigí la campaña que le salvo la vida. Desde entonces, para vergüenza de la humanidad, ha habido otros que han muerto, ejecutados, por amar a alguien de su mismo sexo. Hablo, por ejemplo, de Makwan Mouloudzadeh. Entonces tenía 13 años. Tuvo relaciones homosexuales. No esperen conocerlo para saludarlo. Fue ejecutado en la horca en 2007.

En el mundo aún hay esclavitud. En el mundo aún se explota a las mujeres. En el mundo aún se asesina a los homosexuales. Mientras eso siga sucediendo, tiene cabida cualquier expresión para reivindicar la igualdad, la justicia, la humanidad. Y entre ellas, el día del orgullo GAY. Puede que ustedes lo hicieran más serio, menos festivo, menos comercial. Vale. Entre los mismos círculos homosexuales hay discrepancias al respecto. ¿Y qué? ¿Acaso alguien sale perjudicado? ¿No? Pues adelante.

Todos somos tan buenos como cualquier otro. Todos somos Good As You. Todos somos GAY.

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