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Consuelo García del Cid Guerra

el otro planeta de INES PALOU

Resucitar a Inés Palou es un lujo que acabo de permitirme. Gran desconocida para muchos, sin duda. Una mujer extrema de corta biografía cuya obra, también corta (“Carne Apaleada” y “Operación Dulce”) escandalizo tanto como su triste final.

Un premio literario, nada menos que el Planeta, consiguió girar en torno a su muerte. 1975.  Inés Palou escribió a Lara antes de suicidarse de un modo terrorífico : Se arrojo a las vías del tren, donde fue aplastada.

“Le ofrezco en bandeja de plata el éxito para el Planeta próximo”, esas fueron sus palabras, y todos creían que seria para ella, el best seller con muerte incluida de la autora estaba servido, también, en bandeja. Pero no. Fue concedido a Mercedes Salisachs por “La gangrena”, una novela perfectamente redactada que me atrapo poco, como los libros de paso. Largo, grueso y paralelo, con aspecto de gran señora vestida de negro y perlas, tan distinto al de Inés Palou, dura como la piedra, helada como los raíles que la llevaron a aquella elegida vida de quien sabe donde, pero dejándonos un clarísimo por que. Estafadora no profesional, dio con sus huesos en la cárcel, que la marco para los restos. Su historial delictivo no deja de ser interesante, puesto que insiste en declararse inocente la primera vez para ser culpable en adelante, con premeditación, alevosía y a la luz de todas las lunas. La cárcel destruyo a esa mujer sensible, luchadora y solitaria. Su primera novela “Carne Apaleada”, es un testimonio brutal de las prisiones franquistas, de la miseria, las vejaciones humanas y de una complicada supervivencia a partir de la nada.La novela fue llevada al cine por Javier Aguirre en pleno “destape”. Fue protagonizada por Esperanza Roy (Ines) y Barbara Rey (Senta).

Inés Palou nació en Agramunt (Lérida) y se suicido cerca de Barcelona, concretamente en Gelida. Quienes la conocieron hablan de ella como una mujer oscura que vestía ropa de verano en pleno invierno, caminando sin rumbo y con la mirada perdida en el abismo.

“Operación Dulce”, su libro póstumo, llego hasta la penúltima votación del Premio Planeta de 1975, y en muy pocos años se hicieron mas de una docena de ediciones. El titulo es el nombre en clave del atraco a un banco de Madrid. Su estilo, de frase corta y rápida, atrapa al lector desde el principio.

El editor, Lara, declaro lo siguiente: “La muerte de Inés Palou me pareció muy rara. Yo no he visto a nadie que se mate colocándose a lo largo de los raíles esperando que le pase el tren por encima. Lo que si se es que el cuerpo quedo tan destrozado que no le pudieron ni hacer la autopsia .Se la reconoció por el carnet de identidad, que llevaba el bolso…”.

A partir de ahí, se llego a decir que su muerte era un montaje publicitario del departamento de relaciones publicas de la editorial. “Lo que cogió el tren fue a un cuerpo, pero no el de Inés Palou. Espera mañana en el hotel Princesa Sofía y veras…”.Durante la noche del fallo, engalanados todos, la novela de Inés iba sacando cinco votos, sin fallar una sola ronda. Al final, Lara confeso que todo había sido una broma, que el carné de identidad encontrado fue facilitado a la editorial por Vila San Juan junto con las ilustraciones para su libro sobre García Lorca, que la carta de la bandeja de plata había sido escrita por Carlos Rojas, maestro en negras muertes. Pero no. Resulta que Inés Palou estaba verdadera y realmente muerta, y su dramático final de desesperanza y amor tenía nombre: Senta. Enamorada hasta las trancas de la que fuera su compañera carcelaria y tras una serie de insensateces, despropósitos, estafas y abandonos ambientados en el más puro lumpen, decidió tirar por la calle de en medio y se tumbo al raso sobre los raíles, horizontal ella, sola, triste, perdida para siempre. “Yo, a escribir, deambulando por la vida, con la carga tremenda de Senta y su problema. Una carga , que a veces, parece tener alas y hacer que me sienta en el paraíso. Una carga que, a veces, pesa como plomo y me arrastra hacia el infierno”. (Carne Apaleada).

“Nosotros, las gentes marginadas, siempre nos ayudamos. Tenemos espíritu de clan. Ese espíritu que nace y se fortalece dentro de los muros de una cárcel”.

“Por amor superare todas las pruebas, soportare todos los desvíos, comprenderé todas las excentricidades. Tengo ya tomada mi propia decisión”.

 

La noche del fallo del Planeta, solo una mujer lloraba : Senta.

“La sociedad se porto mal con ella cuando vivía y ha seguido rechazándola después de muerta “dijo-.

 

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Quede aquí la memoria de Inés Palou, en bandeja de plata, brillante y prometedora , mas allá de los años. La descubrí en 1975, en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme. Leí, también, sus colaboraciones en la revista penitenciaria “Redención”.Conservo sus dos novelas como un tesoro único. Ella, sin saberlo, me enseño la formula mágica : Atrapar al lector, se trate o no de un texto autobiográfico. Ha sido mi taller vital, mi taller literario, mi lectura obligada. Una escuela forzosa y dura, como la vida. Exactamente la misma que decidió abandonar en brazos de un tren, cansada, agotada, aplastada y rota. Se fue a otro Planeta y se rio de todo el Planeta. Como Jane Bowles, de escasa obra e intensísima existencia. En pocas palabras, que lo son, como las grandes maestras.

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