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Consuelo García del Cid Guerra

Nosotros

Nosotros

Adoro ese tirón que da tu labio al sonreír

La luna de los sabios y el percance de tu asombro si me ves llegar corriendo

Los paraguas son dos cejas que remiendan un minuto, una espera insoportable

A la hora en punto. El bar nunca se hace tarde, un café negro y bufanda

Este otoño diferente tiene la habilidad de ser en los armarios

Donde un abrigo olvidado halla su razón de ser. Nuevo manto de cayena

Lana en los dos devanada, que invierno blanco de menta

Que sensación encontrada. Un tenor olvidadizo hace escalas en el mar

No hay nadie ya en nuestra playa y escondidas las hamacas

Sin techo auguran un sauce que no se puede plantar

Pero tú marcas la gloria bendita de mis tesoros, eres pirata y guardián

Bosque, corredor de fondo, salvavidas, guardaespaldas, conductor

De estas legañas que se resisten al día. Más allá de un trueno exacto

Las coronas se movían, y todos los destronados nos tuvieron tanta envidia

No se si me gustaría regalarte un papagayo que repitiera el suspiro

Ultimo, cuando dormidos, la ciudad se apaga al fin.

Películas, almohadones, cuatro discos de vinilo y unas cintas de colores

El tuno con que soñé. El trovador de mis días. Alguien famoso que guía

Cada paso hacia esta casa que se enciende por amor.

Sabes que nunca te miento. Que seca y húmeda incluyo en este ultimo libro

Y allí permanece quieto un dragón calcado y fiero que acaricia tu perfil

Marcha a la tierra del oro. Yace infantil a sus miedos, recuerda el antes

Después de haber pasado por mí. Bendito sea el destino

Las nubes negras que insisten en sollozar estaciones en tu honor

Correspondido como nadie a su señor. No se nos mueren los lirios

Y aun vive el girasol. Las plantas celebran solas su condición interior           

No dejes que entren extraños. Sabes que este paraíso por encima de los casos

es de todo corazón.

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