Hay un momento en la formación de todo hombre en que se llega al convencimiento de que la envidia es ignorancia y la imitación un suicidio; que un hombre debe tomarse a sí mismo como la porción que le ha tocado en suerte…Un hombre se siente cumplido y dichoso cuando ha puesto su corazón en su tarea y ha dado lo mejor de sí mismo, pero si lo que dice o lo que hace no obedece a ese impulso, no encontrará sosiego. Será una liberación que no libera” (R.W. Emerson)
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