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Consuelo García del Cid Guerra

EL MURO

Cayó el muro de Berlín y se repartieron sus piedras por todo el planeta a modo de relicario.

Nuestro alrededor, por pequeño que sea, se construye a base de muros invisibles que sólo ante el desastre adquieren forma y sentido. Son las paredes del error, sin puertas ni ventanas. Acostumbran a ser levantados por secretarias de dirección o mandos intermedios, personajes sujetos a una esclavitud voluntaria en pos del bienestar. A cambio del lugar que representan, se entregan a conciencia con cemento y ladrillo machacando a proveedores, subalternos, autónomos, pequeños empresarios y “servicio” en general, que son  tratados como criados bajo el  “ordeno y mando” de quien sirvió mucho antes de obtener el galardón dictatorial de un poder discutible. Con ellos es muy difícil llegar al fondo del asunto. Son hurones domésticos de clase media en busca del lujo. Aumentan su calidad de vida a costa del descenso en masa de todos sus súbditos. Tienen tarjeta vip, coche de empresa, móvil pagado, tickets de restaurante y hasta mutua médica privada. No son empresarios pero son la empresa y por ella matan.

Llevan metido en vena eso de que “el pez grande se come al chico”. Inmovilizan pagos, atrasan facturas, presionan hasta el agotamiento y su frase final siempre es la misma: “Yo ni pincho ni corto, soy un mero intermediario, habla con la dirección general”. Y entonces, justo entonces, te topas con el muro. La hostia es monumental, puesto que stás al borde de perderlo todo :Tiempo, recursos, personal de estructura, material, pólizas de crédito bancarias, y hasta tu casa en casos extremos. No es que les dé lo mismo, pero su pánico ante la posibilidad de que se abra el telón, les provoca todo tipo de disfunciones.

Alteran comportamientos, son los maestros de la impertinencia y la mordacidad. Te muerden si hace falta antes de ser cuestionados.

Su perfil no corresponde exactamente al del funcionariado. Van mucho más allá para que tú no llegues a ninguna parte. Te despistan con argumentos de aparente humanidad, dicen que te comprenden y que vuelvas mañana. Saben, por experiencia, que no llegarás a sentarte en la sala de juntas ante consejeros delegados, presidentes, gerentes o directores. En realidad son los verdaderos sicarios por excelencia de todas las multinacionales. Monstruos entrenados para aniquilar, perfectamente capacitados y formados que llegan a la cuenta de resultados obteniendo los “bonus”, beneficios anuales y demás obsequios legales que les harán ascender al reino de sus cielos. No tienen problemas con bajas por maternidad, desprecian los sindicatos y cualquier instrumento que suponga alterar esos metros cuadrados de sillón. Sobre la mesa, acostumbran a tener una pelota anti-stress y un jardín zen. Y en el gimnasio, mientras flexionan sus músculos, el subconsciente les repite una y otra vez : “Te jodes”.

Su incompetencia compite a diario en la lucha libre más sucia, la más rastrera. Y el muro se sostiene mientras te quedas de piedra. Pero hay huecos determinados por donde se escapa el aire, y un agujero negro. Basta con ser osado o tener la gallardía del luchador nato. Trepar hasta la cima de una razón real, atreverse a escarbar rompiéndote las uñas cuando ya no queda absolutamente nada que perder.

De niña me contaron la historia de dos ranas. Fueron arrojadas a un vaso de leche. La primera intentó nadar un rato, pero no aguantó mucho y se ahogó. La segunda no dejaba de nadar. Movía sus patitas a tal velocidad que convirtió la leche en nata, y salió a la superficie. Que cada uno lo interprete como pueda. Yo me voy a comer un gran plato de nata con nueces.

 

http://www.youtube.com/watch?v=IyotJ8KVDP4

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