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Consuelo García del Cid Guerra

ABSENTA: LA DIOSA BLANCA DEL CIELO LÍQUIDO

 

La probé por primera vez en el emblemático Marsella de Barcelona una noche tremenda junto a la Señorita Fina, dulce y cautivadora. Me vendió un pañuelo que todavía conservo.

Es la culpable de mi abstemia. Ella es alcohol y lo demás son cuentos : Hasta 89, 9º. Entra de maravilla y se queda como ninguna. Te toca lentamente y antes de que te enteres entras en el más puro cielo líquido. Es peligrosa.

Se compone de hierbas y flores de plantas medicinales. Hablan de ella como “el hada verde” pero para mí es una diosa blanca. Similar al anís, aunque salvando las distancias, porque todavía hay clases. Se popularizó en Francia durante el siglo XIX.

Sus orígenes se remontan a XVIII, cuando un médico llamado Pierre Ordinarie exiliado en Suiza fabricaba diversos tipos de pócimas curativas. Legó la receta

del  “elixir de absinthe” a su ama de llaves, que a su vez traspasó a las hermanas Henriod, quienes la comercializaron en 1797. En Francia se llegaron a beber hasta 36 millones de litros de absenta en 1910, hecho insólito que llegó a generar verdadera competencia en el mercado del vino.

Según Barnaby Conrad “el vaso verde simbolizaba anarquía y rechazo a las normas sociales”. Se convirtió en la bebida de artistas, escritores y bohemios decadentes por considerarse una fuente de inspiración, elixir afrodisíaco e incluso alucinógeno en grandes cantidades.

Tolouse Lautrec , Edgar Allan Poe, Jack London, Oscar Wilde, Charles Cros, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, Alfred Jarry, Vincent Van Gogh, Paul Gauguin -cuya muerte se atribuyó a la absenta-Edouard Manet…

En 1901 fue prohibida tras recolectar más de ochenta mil firmas. La absenta llegó a considerarse una bebida “antipatriótica que erosionaba la defensa nacional”. Mi amigo Raúl Núñez fue un gran bebedor de absenta y quien me la descubrió de forma casi clandestina a principios de los años ochenta. Me tumbó al segundo sorbo subiendo vertiginosamente hacia las paredes de un abismo mágico. Así lo recuerdo con la memoria rota que nunca devuelve con precisión los datos concretos de la juventud. Fantasía de más y el principio de mil noches que tuvieron sentido y verdadera razón de ser. Lo bueno que jamás regresa con la misma fuerza porque dejamos de ser los mismos para tranquilizar la vida bajo otras consignas. Confieso que he bebido ese elixir prohibido, más por cuestiones sociales que lógicas, como acostumbra a suceder. Si he estado borracha alguna vez ha sido con ella. Si he alcanzado el punto y seguido más allá de la madrugada en divinas compañías, ha sido con ella. Si he encontrado el auténtico conocimiento tras perderlo, ha sido con ella. Y a ella la llamé diosa blanca del cielo líquido. Una vez mezclada con agua helada, adquiere un color lechoso. Es el momento del azucarillo. Esa liturgia que envuelve la preparación de la absenta es casi una consagración. Amén. ]

 

 

 

 

 

 

 

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