viernes
Dónde estuve. Qué hice mal. Cuántas cosas dejé, sin valorar su precio. Hacia qué lodazal fui conducida en manos de un diablo que se creía sabio y aseguraba siempre que el cielo estaba abajo . Por sus sagradas formas se me acercó un delfín. Era de plástico. Lo mantuve durante algún tiempo precintado, como un tampón marino que se ahogaba en la tierra. Menos que una moneda. La justa.Mente injusta para invocar arenas.
Las cabinas son hornos y almacenes de cartas. Incuban ese aliento que en la calle no es nada. El olor más rebelde y más interno. Tengo dentro de mí los claveles del tiempo. Miedo a no sopesar los gramos que detengo. La acidez. Tanto vértigo. Un huracán de aves en busca del deshielo.
Te escribí . No estabas.
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