Rinocerontes, Marihuana, y los viejos rockeros que nunca mueren
Desde que tengo memoria recuerdo una frase de mi madre: Hija, te atrae el abismo…
Durante años intenté convencerla de lo contrario, aunque sin demasiado éxito. La gente normal me aburría soberanamente, incluso me provocaba una extraña tristeza, más allá del sopor.No sé por qué hablo en pasado, puesto que continúa siendo así. Acostumbro a rodear el contorno de lo insólito, pero sin buscarlo. Creo que tengo un imán inconsciente que atrae determinadas formas de estar en el mundo, siempre distintas del resto. No se trata de un don. Lo asumo desde hace mucho como una condición, que –dicho sea de paso- me ha producido tantas satisfacciones como decepciones, en ambos casos con la misma intensidad. Lo considero y trato como si de un termómetro personal se tratara, puesto que me de dedicado siempre a reconsiderar y retratar. Sí, retratar. Palabra que significa volver a tratar. Empezar de nuevo, del cero más absoluto. Sin juicios ni curiosidad morbosa, simplemente por la necesidad de conocer lo interesante, no lo que se considera como tal.
-Es que a ti te pasan unas cosas…
Pues sí, me pasan, pero no de largo. Porque yo me quedo cuando la mayoría de la gente sale corriendo, temerosa ante la mínima posibilidad de alterar su vida. Abro el espacio en busca de una luz tras cuya puerta no sé lo que se puede encontrar. Incluso en el peor de los casos (que los hay) casi siempre son tesoros incalculables. De esos que permanecen en la memoria y te hacen sonreír cuando ataca el insomnio, desear el día siguiente, y en consecuencia, seguir alimentando la vida, puesto que la existencia no se consume sola. Al tiempo hay que darle caña, a las personas su tiempo, y al riesgo su momento impreciso.
Ayer asistí a una gran fiesta de ex rockeros, ex moteros y alguna otra ex más que todavía desconozco. Llevo cinco meses viviendo en Salzburgo. Hasta ahora no había conocido nada mucho más allá de lo oficial, correcto y aceptado.
La fiesta, convocada por un pintor que vive en el campo, contaba con un magnífico concierto de rock. Como siempre, yo era la única que no hablaba alemán, hecho que agudiza el instinto de observación a niveles extraordinarios.
Según aparecían los invitados, me dispuse a contemplar con todo lujo de detalle su rostros, gestos, aspecto e indumentaria. La media de edad oscilaba entre cuarenta y sesenta. Algunos con cierto residuo añejo de canallas chulitos, ex pendencieros reciclados otros, pijos revueltos con ínfulas de una modernidad aceptable, reinsertados a partir de quién sabe qué y desde cuándo, pero todos, absoluta.Mente todos, educadísimos y encantadores.
Me detuve ante una mirada distinta, y de inmediato, casi por instinto, clavé los ojos en un par de pequeños tatuajes.
-Este hombre tiene una historia tremenda. Estoy segura.
-¿Por qué?
-Porque lo estoy. Y no acostumbro a equivoacarme.
-Pero si no le conoces de nada…
-Por eso. Pregúntale ahora mismo si me contaría su vida.
Y respondió que sí. No se inmutó lo más mínimo. Ni siquiera me miró especial.Mente. Pero respondió que sí.
La única explicación posterior que recibió para justificar semejante pregunta, fue que soy escritora.
Poco antes de terminar la fiesta, supe –por azar- que era el hombre de la marihuana y los rinocerontes.
¿Cómo dices? …¿Rinocerontes?...¿Marihuana?...
-Sí. Salió en las noticias de toda Europa:
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25 Sep 2010 ... Un trabajador del zoológico de Salzburgo, en Austria, cultivaba marihuana en el corral de rinocerontes, según informes de la prensa ...
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21 Abr 2011 ... Un trabajador del zoológico de Salzburgo, en Austria, cultivaba marihuana en el corral de rinocerontes, según informes de la prensa ...
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27 Sep 2010 ... Un trabajador del zoológico de Salzburgo, en Austria, cultivaba marihuana en el corral de rinocerontes, según informes de la prensa ...
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