Hecho
Mientras Rouco afirma que los indignados tienen problemas con sus almas, el obispo de Tenerife se despacha diciendo que “ algunos menores desean el abuso e incluso lo provocan”.
Así las cosas y ya puestos, las acampadas continúan. Sobre el Mayo español se ha escrito mucho y opinado más. Sociólogos, periodistas y filósofos , afinaron sus plumas para darle a los dedos ese pulso estrecho e insensible de teclado. Algunas feministas –no sé si fememinas- se largaron diciendo que las metían mano. Y entre los que –según el obispo- aspiran ser tocados y las supuesta.Mente tocadas, yo lo que siento es un espantoso ridículo. Aquí se mezcla todo con tal facilidad que no nos falta más que la tuna en Sol cantando una serenata. Claro que lo mismo dicen que es acoso, porque a partir de ahora , los piropos pueden ser multados. Y es que en este país se nos va la olla con la misma rapidez que la pasta. Nos reproducimos como conejos a la hora de protestar en petit comité, y para una vez que de verdad –de la buena- nos hemos activado, encima se nos cuestiona. Detrás de este movimiento no se encuentra la izquierda, la derecha o cristo que las fundó. Miren, yo es que pertenezco a esa generación extraña a la que se llamó perdida. Nosotras, las pringadas, creímos que nos quedábamos embarazadas con un beso en la boca, pero a la hora de la verdad, nos quedamos en estado de buena esperanza sin que nos besaran siquiera. Aquí te pillo, aquí te mato y tú la llevas. Después, nos separamos, fuímos maltratadas y tampoco pasó nada. Nuestros ex maridos campan por sus fueros como si tal cosa y nadie reclama esa sed de justicia que ni siquiera se nos ocurrió. Lo que simple y llana.Mente se entiende como pasar por la cabeza. Y ahora resulta que ya no más: Hemos pasado. Y cabe. Y es posible.
Yo no veo la relación directa entre un perro y una flauta, pero sí malas pulgas por todas partes. Corrupción, injusticias, apropiaciones, especulación, robos, atracos, abusos y usos. Falta de lo elemental, lo básico que al ser humano civilizado le corresponde por derecho. Trabajo y casa. Y hasta que no se tengan ambas cosas de nuevo con la normalidad que le corresponde, por mí que revienten las plazas. No me preocupa que los acampados huelan bien o mal, me ocupo en lo que dicen y hacen. Puede que todo esto degenere, incluso sería lógico. Pero está hecho. Déjense de majaderías, porque no les moverán.
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