Requiem
Has llegado a tu casa y has cerrado la puerta
con aquel mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz, para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un año,
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.
Luis Rosales.
Ojo al dato que me estoy quedando ciega. La actualidad resume un catecismo reciclado, y no será de extrañar que se convierta en arma de buzoneo : El marketing es más dios que el propio Google, llega hasta los más insospechados recovecos del claustro maternal, inhumano o
docente. Menudo lavadero. El mundo pasa por un terrible lavado sin lluvias personales. Nos duele lo que toca, todo aquello que quitan, la ración inconforme que –hasta ayer- sostenía el bienestar supuesto de cada españolito. La base del estrecho camino a resolver no conoce posada. Aquí se cobra todo, hasta la propia queja. Hablamos de una peste condenada a existir.
Yo escupí hace ya mucho sobre un país macabro, he corrido con ganas ante el gris y el azul. Tuve perros pastores (alemán y d´atura) pero opté por los gatos, que arañan sin cuidado el sofá y la moral. Cuando llegó el 2000, no lo celebré nada. Ningún ordenador sufrió por el efecto que anunciaron terrible. No llamé a las videntes. Dejé de confesarme, maldije teorías y firmé manifiestos poco representados. Resumiendo : El camino es un verbo. Personal hasta el fondo de tu propio terreno. Ser o no ser. Estar es otra cosa. Y sobre esos casos se concede el diván de la seguridad social , ahora con cortes de venas, sangre sin analizar y radiografías a la espera : Ni Google sabe cuando.
Ayer, lluvia de estrellas. Incluso el más pintado se empeñaba en un cielo protector e impostor.
Mientras, maestros del senado insisten en consignas que desorientarían incluso el paso al limbo. Se ha prohibido prohibir, y el asfalto permite que no se deje huella excepto para morir.
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