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Consuelo García del Cid Guerra

Seré breve

Seré breve

Para sus señorías continuaremos siendo minoría. Contra su información, cientos de miles. En las declaraciones de rigor dicen lo que no sienten, porque están asustados.  Des-posesión de bienes. Facultades mentales. Pecados –los suyos- muy veniales. Los mortales: Nosotros, de simple y llana.Mente. Ensanchados al gancho de un poder alcanzable, vitalicio el escudo, casi inmortal su silla, represora contienda más allá de higadillos, sospechosos bigotes, melena desigual . Nos bendicen lo mismo con su papa o sin ellos. Apostarán sus almas sobre la sangre inútil del triste perdedor. Despojado de casas, nómina y automóvil. Asaltando una cumbre difícil de alcanzar. La propiedad privada y un trozo de madera donde crucificar el resto de unos huesos tan descalcificados como el diente marrón de cuatro mil ancianos. Dependientes de nadie. Pretendientes en sí.

Yo te arrojo ese guante señalando mi ofensa. Yo me parto la cara, el espinazo, el cuerpo. Te reto a naufragar en la misma patera que tantos han sudado para cruzar el mundo, aparcar en la tierra, creerse ser humano y trabajar. Yo que sin nadie apuesto en el bando vencido, con canas encubiertas, voy a meterte el puño por un canal estrecho : De Gibraltar a Málaga, sin religión concreta, medida la palabra que te torean todos los espontáneos , descamisados, tercos, con la voz irritada por tanto des.Gobierno. Milita brevemente un uniforme asido sobre sus epitelios. No me cuentes un chisme del bendito evangelio. No me cantes la caña, porque yo la sostengo.

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