Banda Armada
Para mí no es acontecimiento, puesto que no les creo. Su palabra endiosada en un comunicado cavernícola, tres sujetos ocultos bajo capuchas dignas de sus santas semanas o ku kux clan. Celebramos un supuesto final mientras el mundo aplaude la muerte de Gadafi: No mataremos más, oh muerte, dónde está tu victoria...No me hablen de experiencia ni compasión por sus presos, se encuentran en su justo lugar: Fuera de la sociedad, privados de libertad, como les corresponde. La pena de sus víctimas –más de 800- ha sido de muerte. Hombres, mujeres, niños. Su eterna prepotencia de nuevo se presenta echando un pulso al gobierno, el mismo que asesinó a Miguel Angel Blanco, sin ir más lejos. Las manos manchadas de sangre de esta banda armada llevan su marca para los restos, y no sé perdonar, porque sabían lo que hacían. Lo hacían a conciencia, con gran infraestructura –ahora perdida- premeditación, alevosía, de noche o a plena luz. No puedo olvidar nada. Ni una palabra de arrepentimiento, la misma actitud triunfante que ahora –dicen- nos hace el gran favor de no matar. Asesinos en cualquier caso, en nombre de la causa que decidan. Asesinos.
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