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Consuelo García del Cid Guerra

HAIDER

Esta mañana he esbozado una sonrisa fea. A primera hora, antes de tomar mi café con leche de todos los días. Esta semana, justo esta semana, hablaba con un amigo austríaco. Estaba dispuesto a abandonar el país si Haider, el líder de extrema derecha Alianza por el futuro de Austria, llegaba al poder, tal y como todos y todo vaticinaban.

En 1999, Haider recibió 27% de la votación en las elecciones nacionales como líder del Partido Libertad. La inclusión subsecuente del partido en el gobierno llevó a meses de sanciones por parte de la Unión Europea por las declaraciones de Haider, las cuales fueron vistas como antisemitas o simpatizantes con las políticas laborales de Adolfo Hitler.
Haider había disminuido desde entonces de manera significativa el tono de su retórica.
Haider y sus partidarios rompieron con el Partido Libertad en el 2005 para formar el nuevo movimiento que buscaba reflejar un giro hacia una relativa moderación.
En particular, Haider quería distanciarse de su pasado derechista, que incluía un comentario en 1991 de que el Tercer Reich tenía "una política de empleo ordenada" y otro en 1995 llamando a los campos de concentración nazis como "los campos de castigo del Nacional Socialismo".
Esta mañana me informan de que Haider ha muerto, y yo he respirado profundamente, con alivio, pensando que una parte del peligro ya no será posible.
A Haider le sobreviven su esposa, dos hijas y su madre, cuyo cumpleaños 90 él y su familia tenían planeado celebrar el fin de semana.
Mi sonrisa sigue siendo fea, muy fea. Pero no consigo borrarla de mi cara.

 

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