EN EL NOMBRE DEL PADRE
Cuando me duerma yo recordaré tus manos cuando me ría aún te puedo ver reír por mucho tiempo y medio siglo conseguido ninguna tumba te ha podido sepultar. Cuando me aturden las palabras yo te miro le doy la vuelta a tu anillo de señor sueño contigo y la enseñanza de tu estirpe salto de pértiga, al vacío y salto libre una voz que no se extingue, una razón sobre la sangre que está en mí. Cuando oscurece sobre todo lo que existe cuando no hay tarde y nunca es tarde para mí guardo tu vaso como un cáliz que te aguarda con la savia de la entraña y tus últimas palabras mientras se me durmió el tiempo en una canción de cuna antes de poder crecer. Me diste vida, y para mí elegiste un nombre toda esta cuesta tan difícil de escalar me has enseñado en poco tiempo las razones me revelaste el azul del verde mar y aún agotada sobre toda la corriente con tu pasado, presente sigo siendo yo, papá. |
2 comentarios
Carlos -
Gloria -
Tuviste mucha suerte de tener unas manos cálidas y fuertes que te sostuvieron, aunque sólo fuera durante pocos años. Creo que los suficientes para que hayas aprendido a sacar agallas ante las situaciones adversas, a pesar de que algunas parezcan vencerte en un principio. ¡Y así eres tú!. Todo eso se lo debes a esas manos que te abrazaron, acariciaron y enderezaron hacia la vida y cuyo ejemplo has seguido con tus hijos.
Yo no tuve esas manos. Te envidio.