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Consuelo García del Cid Guerra

No todas

“Mujer, me estas pidiendo amor

Y yo, no puedo darte nada

Mujer, no sigas, por favor,

Porque la llama del amor

No enciende pólvora mojada”

                     

 Pablo Abraira.

 

Cuando se termino el amor de tanto usarlo, o el desamor hizo acto de presencia demasiado tarde, se inicia la batalla campal. Repartidos los bienes y acusando los males, el domicilio conyugal ya no es el hogar de nadie. Aunque se pinten las paredes de otro color y se cambien los muebles. Aunque se pongan puertas al campo en la casa de verano. Lo tuyo era nuestro y lo mío es para mí porque lo quiero yo. Medidas provisionales, juzgado de familia, reproches en manada y la ley de la selva en plena ciudad a la hora punta y con el trafico imposible.

Hemos pasado de dejar tiradas a las mujeres, solas, con hijos que mantener, a desplumar ex maridos sacándoles mas de la mitad del sueldo, la casa, el coche y los hígados. Ellos han sido los machos de antaño que ejercían el poder y los llamamos “cabeza de familia”. Se vestían por los pies y nos han dado patadas, que para eso fuimos durante demasiado tiempo el “sexo débil”. La igualdad de derechos no pasa por ponerse en su lugar y ejercer en consecuencia como si de una venganza se tratara. ¿Cuantas mujeres con posibilidades económicas y el panorama resuelto trafican con los hijos?.¿Como se justifican pensiones compensatorias de tres y seis mil euros?. No hace mucho, escuche decir a alguien: “Por algo me lo he montado tan bien, que además de mi sueldo, recibo mas de la mitad del de mis dos ex maridos”. Menudo agravio comparativo ante las que se pasan catorce horas trabajando para llegar a fin de mes y alimentar tres bocas. “Un buen abogado y le saco hasta el ultimo euro”. Algunas no han pegado brote en su vida pero acuden al mejor gimnasio, visten impecablemente, viajan cuando les viene en gana y revientan la visa en los establecimientos mas caros. Alto standing. No son pocas, aumentan con los años mientras se resisten a envejecer a golpe de cirujanos, también sufragados por esos divinos ex. Antes se decía : “Detrás de un gran hombre hay una gran mujer”, y ahora : “Detrás de una gran mujer, hay un gran divorcio y un gran homosexual”. Y ante cualquier contrariedad, interponen denuncias falsas por trato vejatorio o violencia de género. No son minoría, insisto. Están en todas partes. Impecables, atractivas, seguras de si mismas y capaces de cualquier cosa a cambio del vitalicio. Son una pandemia que pone en tela de juicio a las verdaderas trabajadoras, necesitadas, luchadoras con ex marido en paradero desconocido y declarado en rebeldía, con abogados de oficio, becas de comedor, asistentas sociales y las más duras penas. Otras mucho mas “preparadas” supieron jugar como nadie con sus penes obteniendo participación y beneficios.

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