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Consuelo García del Cid Guerra

LUNES

Por los agujeros del saco entra y sale la vida. Un pasado que gime momentos sin regreso, latidudes insomnes donde vagas, mimosa, camino del lugar que no te corresponde. Cuando los calcetines significaban sólo media pierna y no más. Nuestros pasos sensibles saltaron a la cuerda, cayeron muchas veces dibujando afluentes sobre ambas rodillas. Tiritas, mercromina, azul de metileno. Árnica, agua del Carmen, colonia refrescante. Los calores del patio, asfalto de secretos donde una pelota se alzaba sin cesar. Un mediodía. Otro. Trimestres conducidos a seguir existiendo. La religión se hacía como se borda el tiempo. Rodeada de negro, ojos cerrados, todas al suelo. Suplicamos a un dios por comprobar eterno y no creíamos nada, o muy poco. En suspenso los sueños, coraje que madruga, todavía en el seso de maduro mortal.

Se han sucedido inviernos sobre el día de hoy. El ayer de mañana, descolocada, inscrita, forzosamente frágil cuando todo eran órdenes y la obediente, niña, no sabía acceder al fondo de las cosas sencillas.

Encaje de bolillos , filas de a cuatro, mil novecientos sesenta y cinco.

 

PORQUE TODO ES IGUAL Y TÚ LO SABES,
has llegado a tu casa y has cerrado la puerta
con aquel mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
has sentido la extrañeza de tus pasos
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz, para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un año,
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.

Luis Rosales

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