ALICIA FRANCO GRANADO
1971. “Más padres sin hijos que hijos sin padres”. El Doctor Jardón, médico del entonces Instituto Nacional de Puericultura (antigua inclusa) situado en la calle O ´Donnell de Madrid, se lamentaba de la falta de niños para la adopción :
Desgraciadamente, hay menos abandonados porque está la píldora,el aborto, etc. Se ha sustituído este mal por otro más grave.
¡ Dónde va a parar, Jardón ¡ Bien sabe su dios que no le acompaño en semejante sentimiento demencial. La gravedad de sus males es más que cuestionable, a la par que criminal. De la píldora al aborto van muchos pueblos, por los que debió usted perderse dejando el cerebro de cañas. Le faltaban niños abandonados. Desgraciada mente la suya, y así se escribía la historia. Sin ir más lejos, julio del 73. La joven bilbaína Inmaculada Rodríguez, embarazada de un hombre casado, se pone en contacto con el Teléfono de la Esperanza a través de un pariente sacerdote. Juntos acuden a la abogada Amalia Franco Granado, asesora de la Asociación de Protección para la Adopción (Madrid).
La chica es trasladada a un sanatorio donde prestaba sus servicios el doctor Enrique Martín Bonachera. Los gastos de estancia y parto fueron abonados por dicha Asociación –privada, que no benéfica-, donde al parecer, Amalia hizo de ella el país de sus maravillas.
Inmaculada dio a luz una niña el 18 de Noviembre que decidió entregar en adopción. No quiso que su nombre apareciera como madre e “insistió en que si apareciera el padre, se dijera que la criatura había muerto”.
La abogada indicó al Doctor Marín que en el bebé fuera inscrito en Registro Civil como “hija de madre desconocida o ignorada”, según las supuestas indicaciones de la madre biológica.
Pero al poco tiempo, se arrepintió. En Enero del mismo año (dos meses después del parto), Inmaculada envía un requerimiento notarial a Amalia Franco, negándose ésta a revelar el paradero de la criatura, que había sido adoptada por José Luis Martín Gómez y María del Carmen Fernandez Amigo. Aún así, la joven continúa luchando por su hija: Denunció a la abogada y al médico.
La audiencia de Madrid estimó que no había delito y absolvió a los dos procesados.
“ Contra esa absolución recurrió la defensa de la querellante alegando en la Sala Segunda del Tribunal Supremo en contra de la tesis sustentada en la Audiencia y ante la sala por el defensor de los querellados don José María Stampa Braun, y aparte de otras cuestiones de forma y de error de hecho por equivocada interpretación de las pruebas que se había cometido un delito de sustracción de menores”.
La Sala Segunda del Alto Tribunal rechazó el recurso en todas sus partes, confirmando íntegramente la sentencia absolutoria.
En la misma página donde aparece publicado el artículo, un pequeño anuncio exhibe la siguiente frase : El oro expresa sentimientos.
Sentencia del Tribunal Supremo, Sala Primera de lo Civil, 20 de Abril de 1987:
“ Inmaculada Rodríguez García dio a luz el 18 de Noviembre de 1973 un a niña en la Clínica Nuevo Parque de la c./ Julián Romea, n.° 16, por indicación de doña Amalia Franco Granado. En efecto doña Inmaculada Rodríguez sufrió un fuerte trauma por haber quedado embarazada siendo soltera y, mal aconsejada, decidió entregar a su hija recién nacida al cuidado de doña Amalia Franco Granado para que ésta, como Letrado, se ocupara del cuidado de la niña y posteriormente de su adopción a través de una sociedad especializada llamada Sociedad Española para la Protección de la Adopción que tiene su domicilio social en Madrid, c./ Fernández de la Hoz, n.° 35. en este contexto y habiendo hecho el anterior encargo doña Inmaculada Rodríguez García dio a luz en la fecha indicada a una niña que no llegó a ver personalmente, quedando desde ese momento del nacimiento bajo la responsabilidad de doña Amalia Franco Granado. Sin embargo, desde principios de enero de 1974 ante los remordimientos de conciencia y el cariño natural de madre, doña Inmaculada Rodríguez, que llegó incluso a estar físicamente enferma, por la situación, decidió recuperar a su hija desistiendo del encargo de adopción...”.
Buen trabajo, Amalia Franco. El lavado de cerebro, magistral. Tus maniobras arteras, de lujo, y bajo el amparo de las leyes vigentes. Aún así, esta niña se te escapó de las manos. Luchó por su hija hasta donde supo y pudo, pero se quedó sin ella, gracias a tí, letrada, y a otros tantos (muchos) colaboradores.
Se quejaba pocos años antes el doctorcito Jardón –repito-:
Desgraciadamente, hay menos abandonados porque está la píldora,el aborto, etc. Se ha sustituído este mal por otro más grave.
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