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Se muestran los artículos pertenecientes a Abril de 2008.

MARIO CONDE. DESPUES DEL NAUFRAGIO.

Habría sido el sucesor de Suárez y presidente del gobierno de España. Y eso se sabía. Lo sabía Felipe González y lo sabía Aznar. Y lo sabíamos muchas, aunque quizá no las suficientes, personas de éste país.

Mario Conde ascendió por sus propios medios. Nadie le regaló absolutamente nada. Ningún presidente de gobierno, presente o pasado, tenía ni tiene su historial académico. Ninguno era tan joven. Ninguno era tan guapo. Mario Conde era joven, guapo, inteligente como pocos, y rico. De las dos primeras cosas no tenía la culpa, se las dieron sus genes y su naturaleza. De la última, tampoco. Se lo ganó con su esfuerzo. Mario Conde no habría necesitado asesores de imagen, ni grandes campañas publicitarias, porque bastaba con su cerebro y con su presencia. Tampoco necesitaba más dinero.

Se supone que el presidente de un país debe ser eso. Que nos debe representar el más inteligente, el más honesto, el más preparado, y a poder ser, el más joven y el más guapo. Para dirigir, gobernar, levantar, respaldar, negociar, y representar a España.

Hablar bien de Conde sigue siendo arriesgado. De pronto te cuestionan hasta los amigos de toda la vida. Conocemos en profundidad su historia? No. Nos hemos preocupado de ir más allá de lo que dicen los medios de comunicación? No. Quién se cargó a Mario Conde? : Seguramente los mismos que le encumbraron, muertos de miedo. Un juego político perfectamente maniobrado. Le temían, porque sabían que a Conde nadie le haría sombra, nadie. Con qué facilidad se le llamó ladrón y estafador. Por qué se le metió en prisión un día de Navidad? Por qué, si hasta a la Pantoja la detuvieron de un modo mucho más amable? Para demostrar a toda España que los ricos también lloran?

El no lloró. Ingresó con la cabeza alta, y sólo ha bajado la cabeza al perder a su esposa, vencido por la tristeza. Qué feo es Aznar. Qué feo. No me lo puedo ni imaginar hablando con Mario Conde. Ni siquiera recordando a “la bella y la bestia”.

Ahora, que hemos visto y oído a un hombre triste ante lo inevitable, en un programa de televisión que muchos, dicen también no era el marco adecuado, nos sorprende la imagen ¿distinta? Del que fue una de las personas más poderosas. Pues yo creo que es el mismo de siempre. El triunfador, el preso, el hombre. Qué inmensa injusticia y qué gran error se ha cometido con Mario Conde. No le dejamos estar ni le dejamos ser.

“Ví la entrevista, y me acordé mucho de ti, porque siempre le defendiste, y ahora creo que puede que tuvieras razón”, me han dicho muchas personas. ¡Ahora¡ por qué ahora?

Porque aparece en un programa de la televisión, envejecido, triste, y hablando desde dentro? Si algo le ha derrotado, dicen, ha sido la muerte de su mujer. Ni la venganza, ni la traición, ni el hundimiento al que fue sometido pudieron con él. Su cabeza seguro que sigue siendo la misma, y es lo que siempre, siempre, le distinguirá del resto.

España perdió a un gran presidente de gobierno. Siempre he creído en la inocencia de Mario Conde.

Miércoles, 02 de Abril de 2008 15:18 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

LA PAREJA PERFECTA

 

ELLOS NO LO SABEN, PERO SERÍAN LA PAREJA PERFECTA

PARECIDA TRAYECTORIA

SERIEDAD, ESTILO...JEREMY DIJO UNA VEZ QUE LA ÚNICA ACTRIZ QUE NO LE PARECÍA UNA HISTÉRICA ES CHARLOTTE RAMPLING.

QUIEN SABE...

Jueves, 03 de Abril de 2008 15:10 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

AMSTERDAM

Amsterdam es una ciudad atrapadora. Se respira libertad y marihuana con una naturalidad que no debería sorprendernos, pero nos sorprende, porque el resto de las ciudades no son así. Si quieres fumar, te metes en un cofee-shop, compras un porro por tres euros y te lo fumas sin más.

Lo más curioso para mí son las putas. El barrio rojo es un enorme escaparate donde se muestran, sugerentes pero no guarras, en pequeños locales a pié de calle. Sonríen sinceramente, parecen felices. Yo nunca había visto prostitutas contentas, y las de Amsterdam lo parecen. Las de la noche son muy jóvenes y con cuerpos monumentales. Las de día mucho más mayores, con celulitis pero sin problemas.Por lo menos lo parece.

Las prostitutas de las calles de Barcelona son tristes.

Amsterdam es un lugar mágico donde aterrizar para contemplar la libertad en toda la extensión de la palabra.

Lunes, 07 de Abril de 2008 17:04 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

SANDRA

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Cuando la vida breve y a mitad del cuaderno se interrumpe el dibujo

Alienta sin aliento el final del camino, se preguntan

Los seres que ya han sido y los seres queridos, los cercanos

Los juegos de los niños, si tal vez intentamos el todo por el todo

Si fue lo suficiente, si lo hicimos , si arrimamos

El lomo hasta su lomo, si la mano

Fue amiga cuando fue necesario. Y por qué

Tan aprisa se borra una persona

Cómo se va tan pronto, por qué ayer, cuándo

Hablamos con ella por última vez. De saberlo

Podríamos regalar todas las flores, escuchar

Su canción entre todas las voces

Cambias nuestras agendas, dormir

Junto a su vida mientras las horas pasan

Decirle, yo me quedo, por encima de todo

Yo me quedo contigo.

Hay formas entre formas que jamás se adivinan

Hay una sola hora que no está en el reloj

Hay dioses en el mundo que no rezan por nadie

Personas que no tiemblan cuando llora el temor

Hay pañuelos sin nombre que arrugados te muestran

El paso por el tiempo y la vida que fué

La tuya, la mejor, la única, la eterna

La palabra en tu nombre para siempre jamás

Tu nombre, Sandra, siempre sobre el mundo

Tu presencia hoy divina nos puede rescatar

De la prisa, lo absurdo, lo que no importa tanto

De lo que ahora existe por encima de un cielo

Donde tu hermoso rostro ocupa su lugar.

Los asuntos no cuentan, se queda la memoria

La razón de haber sido y de vivir sin más

Tu nombre es para siempre entre los pájaros

El cordón no se ha roto sólo porque no estás.

Permaneces eterna , tranquilamente hermosa

Escalando la cumbre. Te buscaré

Al llegar.

Martes, 08 de Abril de 2008 15:15 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

QUE VIVA ESPAÑA ¡¡¡

(Ampl.) Condenan a la juez de Motril a un año de suspensión de empleo y pagar 103.000 euros a José Campoy



El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha condenado a la que fuera titular del Juzgado de lo Penal de Motril (Granada) Adelina Entrena, a la pena de un año de suspensión de empleo o cargo público que implique el desempeño de sus funciones judiciales y a que abone a José Campoy, el preso que permaneció más de un año en prisión pese a ser absuelto, 103.000 euros por los perjuicios sufridos.
Según la sentencia de la Sala de lo Civil y Penal del TSJA, a la que tuvo acceso hoy Europa Press, la juez, expulsada de la carrera por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), es autora de un delito contra la libertad individual de las personas, cometido por funcionario público, mediando imprudencia grave.
Campoy, que estuvo indebidamente privado de libertad por la 'desatención' de la juez respecto a sus obligaciones 455 días, si bien 180 le han sido abonados para el cumplimiento de otra ejecutoria, sufre 'graves e importantes secuelas' derivadas en parte por la 'incomprensión, impotencia y desesperanza' de verse privado de libertad pese al dictado de una sentencia absolutoria.
Se considera probado que la juez, que había permanecido de baja por enfermedad, se incorporó al juzgado en diciembre de 2005 y celebró el juicio contra Campoy con 'absoluta normalidad' enviando de nuevo a prisión al acusado, cuya privación de libertad había sido acordada por un juez sustituto un mes antes sin que se anotara en el libro o registro alguno, ni se resaltara mediante la cartulina roja de 'causa con preso', aunque sí figuraba en el sistema informático.
Ni la secretaria judicial, ni funcionario alguno le dio cuenta a Entrena de la situación de los presos en su ausencia, aunque ella tampoco 'demandó tal dación de cuenta', según la resolución. Así las cosas, la juez que tenía a la vista la causa completa con la situación personal, incluido el auto de prisión, dictó sentencia el 10 de enero de 2006 encargando a un funcionario que redactara los antecedentes de hecho 'sin advertirle nada sobre la situación personal de la persona enjuiciada'.
En la resolución, la juez ahora condenada, 'sin cerciorarse ni comprobar cuál era la situación personal, con absoluta desatención de las obligaciones inherentes a su cargo', se reseñaba que José Campoy se hallaba en situación de libertad provisional de lo que sólo había estado privado de libertad el 24 de diciembre de 2002, día de su detención.
La sentencia fue absolutoria y, sin embargo, 'nada se acordó por la acusada para la inmediata puesta en libertad de José Campoy, siendo notificada a éste el 30 de enero de 2006 en el centro penitenciario de Albolote. Se declaró firme posteriormente sin que ni la acusada ni nadie comprobara una vez más que el acusado absuelto se encontraba en prisión por esta causa.
Fue el 22 de marzo de 2007 cuando con una llamada desde la prisión se puso en conocimiento del Juzgado que Campoy estaba en prisión por la causa por la que había sido absuelto. Un juez sustituto dictó auto acordando su libertad y fue inmediatamente excarcelado.
Campoy, que ha sido politoxicómano, sufre 'importante deterioro orgánico derivado de su adicción al consumo de estupefacientes y padece en la actualidad un 'complejo y severo trastorno adaptativo' en el que se reconoce como estrés psicosocial importante y prolongado, consecuencia de su estancia en prisión en las circunstancias en las que ha estado y de su precedente drogodependencia. Las secuelas no son irreversibles, en cuanto pueden, aunque sólo en parte, remitir con el tiempo y el tratamiento médico adecuado. OMISIÓN PERO NO DOLO.
El tribunal detalla en la resolución que la intervención del Derecho Penal en esta causa se debe a la prolongación indebida en prisión de la víctima, que tiene lugar por la 'omisión' como es la 'no adopción de la orden debida en aras a su puesta en libertad tras haberse sentenciado la no culpabilidad de la víctima en la causa primigenia'. <


La sentencia, contra la que cabe interponer recurso, se pondrá en conocimiento del CGPJ y del Ministerio de Justicia.

 

Miércoles, 09 de Abril de 2008 16:40 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

437 días en la cárcel un inocente joven de Motril - 01:50

Más de un año de cárcel porque a la jueza se le olvidó gestionar su salida. Esta es la situación de un joven de Motril que se declara inhocente de los...

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Dónde estaba el abogado del joven de Motril mientras cumplía condena en prisión por un delito del que fué absuelto?
Sería un abogado de oficio de los que miran el caso cinco minutos antes de entrar en la sala del juzgado?
Por qué se acusa a la jueza cuando todos los documentos que llegan a su poder pasan por manos de distintos oficiales de juzgado supuestamente examinados y correctos?
Es obligación de un juez controlar el trabajo de todos los funcionarios?
El joven de Motril, estuvo sumisamente preso todo ese tiempo o no le extrañó demasiado su condena teniendo en cuenta sus antecedentes?
Por qué ahora el abogado del joven de Motril es García Montes?
Todas las monedas tienen dos caras. La realidad es que un toxicómano va a cobrar 103.000 euros en concepto de indemnización, ojalá que para su rehabilitación, pero lo dudo mucho.
La noticia de este caso en la prensa alemana, plasma a España como un país de charanga y pandereta.

 

Miércoles, 09 de Abril de 2008 16:50 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

HOLA

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Ahora que las cartas ya no tienen demasiado sentido, echo de menos aquellas cuartillas repletas de líneas torcidas donde yo te lo contaba casi todo.

Ahora que estar lejos parece muy cercano, seguramente me decida cualquier día de éstos a estrenar el famoso ave.

Ahora que te escucho tan triste como opaca, no me parece distinto a cuando nos contábamos las penas hace treinta y cinco años.

Ya sé que eso es mucho tiempo.

Ya sé que la vida es distinta y que todo gira alrededor de otras cosas que nunca habríamos imaginado.

Yo no sabía nada del futuro y tú tampoco.

Y creíamos tener pasado.

Ahora sí que el pasado nos aturde y atormenta.Pero

te diré una cosa: Sigues siendo una princesa

maravillosa.

Sábado, 12 de Abril de 2008 22:36 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

 

 

 

 

 

Antes fango que tierra en creación pisada

Por soldados inútiles desfilando inocencia

Una guerra interior, otra mundial

Abeja reina, rey de la selva

Agujeros y casas donde transcurre el tiempo

Envejece un humano como muere un insecto

Antes o después pisoteado. Antes

O después, muerto.

No creas, si no quieres, lo que digo .Pero

tampoco pienses que te miento.

La música amansa fieras y entretiene hombres

Breve , después de todo, el círculo y el ciclo

Tiempo donde pasar sobre las cosas

Balanza equilibrada sólo cuando parece

Que el bueno se hace extraño y el malvado perenne

La fortuna no existe.

Habría sido todo mucho más sencillo

de poder repetir todo lo errado

nacer de nuevo un día conociendo el trayecto

disminuyendo viajes absurdamente

rectos.

He tardado ya mucho en descifrar un código

De valores. Humanos

En conocer mi sombra y en saberla perpetua

En no creer en dios ni en las señales

La mágica soy yo, lo sé hace mucho

Sobre este medio siglo generoso que apunta

El gesto que en mi rostro se genera

Yo quiero ser maldita y quiero ser gamberra

Hasta el final. Aspiro a ser la virgen , la meretriz privada

Inspiro los olores más prohibidos para saber qué

Pasa.

Y sobre todo ello existo.

Martes, 15 de Abril de 2008 12:14 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

sementales en Dubai

Martes, 15 de Abril de 2008 12:17 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

sobre cristales sucios

Scott Wade es un tipo que hace algo muy singular con los cristales sucios de los coches: dibujos realmente extraordinarios.
Mirad la primera foto. El artista encuentra así los cristales.
Scott Wade - dibujos en cristales de coches
A continuación, mirad en lo que se convierten los cristales sucios (11 fotos).

Scott Wade - dibujos en cristales de coches
Scott Wade - dibujos en cristales de coches
Scott Wade - dibujos en cristales de coches
Scott Wade - dibujos en cristales de coches
Scott Wade - dibujos en cristales de coches
Scott Wade - dibujos en cristales de coches
Scott Wade - dibujos en cristales de coches
Scott Wade - dibujos en cristales de coches
Scott Wade - dibujos en cristales de coches
Scott Wade - dibujos en cristales de coches

Miércoles, 16 de Abril de 2008 12:58 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

HOMENAJE A RAÚL NUÑEZ

miércoles 16 de abril de 2008

Raúl Núñez: MARIHUANA PARA LOS PÁJAROS

Raúl no lloraba. La voz se le quebraba, los ojos se le humedecían pero nunca le vi derramar más gotas que las gotas de güisqui sobre su amigo muerto. La única vez que vi llorar a Raúl fue por una puta. Tenía las muñecas abiertas y andaba en calzoncillos deambulando de un lado a otro de la casa, como un alma en pena, decorando con su propia sangre las paredes y el suelo de aquel macabro apartamento, repleto de botellas vacías de vino barato y ropa sucia esparcida por el suelo, en el barrio del Clot de Barcelona, donde Alfons Cervera y yo habíamos llegado desde Valencia, conduciendo toda la noche junto a Isabel y Menchu, para llevarlo al Hospital de San Pablo, sin saber si al llegar nos lo encontraríamos con vida o muerto.
Pero Raúl todavía vivía, vivía y lloraba porque se había enamorado de aquella yonqui llamada Mari que le había dejado sin un puto duro y ahora le abandonaba de nuevo en brazos de su chulo.
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SO-80. Poesía. 2008. 212 páginas. ISBN: 978-84-96687-82-0. 17 €.
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[Una gran noticia: la edición de la poesía completa del gran Raúl Núñez. Portada y texto extraídos de Baile del Sol]

 

Miércoles, 16 de Abril de 2008 12:59 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

pan y el doctor colby

Pan es un amigo de los de toda la vida. Llegó a la mía hace muchos años, y se quedó para siempre. Le llamamos Pan por eso de “Peter Pan”, es igualito físicamente, y además, no quiere crecer por dentro, y es más bueno que el pan.

 Pan es un desastre. Durante mucho tiempo, pensé que lo era porque sí, por sí mismo, porque estaba incapacitado para estructurarse mínimamente, porque no quería.

Pan es un gran informático. El mejor que he conocido y con el que he trabajado, siempre y cuando se le deje ir a su aire. Es incapaz de cumplir horarios y acudir puntualmente a una cita. Siempre me habló de su padre, médico, como el causante de todos sus desórdenes. Yo, sinceramente, creí que exageraba, que el mal hijo era Pan, no el mal padre el Doctor Colby.

Como Pan llega tarde a todas partes o no llega, hace un año que va en patines. Se los pone cuando se levanta y ya no se los quita en todo el día. Incluso algunas veces se ha dormido con los patines puestos. También lleva unas gafas sin cristales. Sí, sin cristales, pero no se nota. Las lleva para parecer mayor, porque aunque ya ha cumplido los treinta y dos, sigue pareciendo un adolescente. Aparece patinando, te mira, y de pronto se frota enérgicamente los ojos, ante los gritos de sorpresa de todos los que presencian semejante escena. El se parte de risa. Yo también.

De Pan puedo contar las anécdotas más disparatadas. He tenido que ir a buscarle, siempre de madrugada, a los lugares más insólitos. Una vez le detuvieron. Como siempre llega tarde, acostumbraba a ir por la calle corriendo. Un policía le paró y le detuvo porque su aspecto coincidía con el de un tipo que había robado un coche. Estuvo dos días detenido. Me personé en comisaría, y de pronto me encontré a mí misma hablando como una marujilla : “Mire usted, yo le juro que no ha hecho nada, es un chico atolondrado, pero incapaz de cometer delito alguno”.

En otra ocasión, me llamó a las tantas, ya había amanecido, y me dijo que estaba encerrado en un colegio, que las clases empezaban a las nueve y no podía salir.

-¿Pero qué haces tú ahí?, le pregunté.

-Me he enrollado con un profesor, guapísimo, estaba muy borracho, él ha desaparecido y yo estoy vestido de mujer, con plataformones y todo. Por favor, sácame de aquí.

Tuve que despertar a mi hijo mayor para que me llevara en su coche. “Ya, mamá, me dijo, como vuelvas a meterte con alguno de mis amigos, te recordaré ésta. Está chalado, pero le quiero mucho. Ay, Pan…”.

Su condición gay es un orgullo para él. Pan es el verdadero orgullo gay. Canta una canción del famoso dúo cómico “Martes y 13”, con la que yo me ahogo de risa: “Yo soy de España, señores, y en España yo he nacido, porque yo, soy natural…y aquí tengo mi bandera roja y gualda, “que igual dá”…vestido de lagartera, de albañil o de fiscal, que nadie en el mundo entero, de mí pueda murmurar…soy maaaaaricón, maricón, de España…siete letras como siete días trae la semana porque soy , maricón”. Lo hace con una maestría cómica única. Pan es un gran actor.

Un verano decidió dedicarse a fabricar jabón. Lo vió en una película de Brad Pitt. Nos pedía el aceite reciclado a todos los amigos, que apestaba a pescado y a carne refrita, compraba sosa y de todo eso salía una cosa compacta y negra que él aseguraba era jabón. Y pretendía comercializarlo. Su casa se llenó de piezas cuadradas negras que entre todos le comprábamos para, acto seguido, tirarlo a la basura, porque en lugar de limpiar, parecía que aquellos adoquines negros apestosos te iban a ensuciar sólo con la vista. Aquel mismo verano, una de las veces en las que acudí  a su casa con bolsas de comida, pasta de dientes y demás, confundió el gel de baño con crema hidratante. Se quedó en la terraza tomando el sol y se durmió, rebozado de gel de baño. Al despertarse era una pura ampolla.

-Pero qué has hecho, Pan, que era gel de baño ¡¡¡

-No me he dado cuenta. Mira cómo estoy…

Las urgencias médicas, las saunas y los locales de ambiente gay son su segunda residencia, además de todos los domicilios de los amigos cuando le echan del último piso que no puede pagar. Porque nunca puede, y es que no sabe.

En el último año se ha dedicado a rodar documentales y videos musicales. Si se le deja a su aire, sin fechas de entrega ni horarios, es un gran profesional. Me mostró un documental , entre tímido y asustado, esperando mi reacción. Lo contemplé sin decir palabra. Al finalizar, me preguntó:

-¿Bueno, qué te parece?

-Pan, estoy muy orgullosa de ti.

-Ay ¡ de verdad? Nunca me habías dicho eso…

-Lo estoy. Es muy bueno, es realmente bueno, Pan.

Y se echó a llorar como un niño.

Hace ya mucho que se lo perdono todo. No sé si tiene remedio, pero es una de las personas más buenas que conozco. Y me siento en deuda con él, porque no he sido del todo justa. Su padre, el doctor Colby, al que nunca quise conocer, apareció en escena no hace mucho. Entonces comprendí muchas cosas.

-Oye, que mi padre está en el clínico, ha montado un numerito de los suyos.

-¿Qué pasa?

-Ha intentado suicidarse con horchata.

-¿Con horchata? ¿Pero tú estás borracho, Pan?

-No, yo no, mi padre sí. Ayúdame a ingresarlo en psiquiatría, que no quiere. Te digo que se ha intentado suicidar con horchata, y además, lo ha grabado todo en video.

El doctor Colby estaba en su casa, una mansión de más de cuatrocientos metros donde tiene su consulta privada. Se sentó en el salón azul, puso en marcha la cámara de video y empezó a despedirse mientras engullía tranquimazines y horchata. Doce botellas vacías se amontonaban sobre la mesa. Llamó a la sirvienta, Deby, para pedirle seis botellas más de horchata. A los pocos minutos se las llevó sin decir palabra. El doctor Colby estaba muy borracho. En el otro extremo del piso se celebraba la fiesta de cumpleaños de la novia del doctor. Se escuchaba el timbre constantemente y los invitados llegaban de tres en tres. Al ser la casa tan grande, ambos extremos quedaban aislados. Es decir, en la parte norte, el doctor Colby filmaba en video su suicidio mientras la sirvienta le traía más botellas de horchata como si tal cosa, y en la parte sur se celebraba un cumpleaños. Ambas partes parecían existir por separado ignorando fiesta y suicidio.

Pan y yo fuímos a casa del doctor. La novia estaba muy nerviosa.

-¿Pero cómo es posible que tú estuvieras en una fiesta y no te dieras cuenta de nada?

-Oye, Pan, tu padre es tu padre. No es culpa mía, es culpa de Deby, que no se dio cuenta de que se estaba suicidando.

No, me dije, si al final la culpa la va a tener la pobre sirvienta. Deby apareció con gesto despreocupado.

-Perdone, señorito Pan, pero el estado habitual del doctor es ése, borracho. Ayer mismo tenía la sala de espera llena de pacientes esperando, llegó borracho, hasta se cayó al suelo, y ningún paciente se fue, a pesar de verle con una merluza descomunal, se quedaron todos hasta ser visitados por el doctor. Borracho.

Yo estaba presenciando un espectáculo tan dantesco como cómico. Pan y yo nos dirigimos al salón azul.

-Espera, me dijo, vamos a ver el video.

El doctor Colby, balbuceando, decía : “Este es mi último mensaje para todos vosotros. Mi vida no tiene sentido. Mi ex mujer es una monja de clausura que no entiende nada de la vida y para quien soy culpable hasta de la bomba atómica. Mi hija mayor se pasea por Bélgica con una nariz de plástico rojo, como la de los payasos, y un gran cartel que dice: “Abrazos gratis”. Mi hijo pequeño es maricón y nunca lo voy a aceptar. Me voy para siempre y os deseo a todos que seais muy felices”.

Pan se reía a carcajada limpia. Yo intentaba no hacerlo, pero era muy difícil.

-“Este es mi padre. ¿Ves como no exageraba al hablar de él? Aquí tienes su último numerito, y menos mal que está grabado, porque si te lo cuento no me habrías creído…”

-Pues no, la verdad, no. Mira que he conocido chalados, pero como éste, ninguno.

-Imagínate entonces la infancia que he tenido, porque esto no es nuevo, esto es lo de siempre…

-¿Y tu madre?

-Mi madre, que es una santa, le dejó después de treinta años de matrimonio infernal, y encima el juez decidió dividir en piso en dos, porque mi padre tiene aquí la consulta, y se encontraban por los pasillos cuando ya estaban separados y con una sentencia absurda. Al final, ella se fue a vivir a Mallorca huyendo de mi padre, de la casa dividida en dos y de todos nosotros.

-Bueno, y ahora, ¿qué?

-Tiene que quedarse ingresado. Necesita un “shock”. Conozco a mi padre. Vamos a casa de Sonia y Ernesto.

Le dejé hacer y me dejé llevar. La hija pequeña de Sonia y Ernesto es mi ahijada, Piera.

Tenía entonces seis meses. Yo no tenía ni idea de los planes de Pan. Llegamos a casa de nuestros amigos y sin mediar palabra, suelta: “Sonia, necesito que me dejes a Piera una hora, sólo una hora”.

-No ¡¡ -exclamé- no serás capaz de lo que estoy pensando¡

-Completamente. Mi padre está como una cabra y no tiene arreglo. Necesita algo fuerte y muy impactante para reaccionar, después ya lo apañaré a mi manera.

Llegamos al hospital clínico con Piera en brazos de Pan. Entró en la habitación y el doctor Colby exclamó : “Pero quién es este bebé?”

-Mi hija Piera, papá. Quería decírtelo en el momento adecuado pero como no dejas de hacer barbaridades…

-Una niña ¡ una nieta¡ pero quién es la madre? Pero tú ….

-Fue una noche loca, papá. Pero su madre es una gran amiga mía, Sonia. No te preocupes por nada, la niña tiene padre y madre.

El doctor Colby se quedó ingresado en psiquiatría. Pan y yo regresamos a casa de Sonia y Ernesto a devolver a la pequeña Piera, que se portó como un ángel.

Pan desapareció, patinando, por la calle Balmes….

Viernes, 18 de Abril de 2008 14:55 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

no, woman, no cry ...

 

Sebastián decidió dejar Salzburgo, su ciudad natal, tras unas vacaciones en España.

 

Tanto él como su esposa, Julia, se habían quedado sin trabajo y añoraban el sol y la

 

playa, como tantos nórdicos. Se lanzaron a la aventura en quince días, sin conocer el

 

idioma pero encantados de iniciar una nueva vida con su hijo de ocho años, Leo.

 

Viajaron de noche bajo la luz de una hermosa luna llena. Según se alejaban de Austria

 

hacia Suiza y posteriormente hasta el sur de Francia, el termómetro del interior del

 

coche iba añadiendo grados a la temperatura. Sebastián condujo todo el tiempo sin

 

pronunciar palabra y sintiéndose fuerte e ilusionado. Dejaban para siempre el frío, la

 

 nieve y la lluvia. Eran una familia feliz como pocas.

 

Veinte años de matrimonio, de unión verdadera, de amor de verdad. Todos sus amigos

 

se despidieron llorando, y ellos no lo entendían. El trajín de su marcha, todos los

 

asuntos que quedaban por resolver, como vender sus muebles, uno de los coches, y

 

preparar un equipaje para siempre, no les dejó el tiempo necesario a detenerse en la

 

reacción de los demás.

 

Su vida entera quedaba en Salzburgo. Sebastián sabía que nunca más volvería, que se

 

trataba de un viaje sin retorno. La vida ya tenía sentido en otra parte. España.

 

Había visto un anuncio en una revista alemana meses atrás. Un austríaco alquilaba casa

 

con jardín en la Costa Blanca, cerca de Calpe. El precio era muy económico. Sebastián

 

 guardó el recorte en su bolsillo durante varios días, hasta que finalmente se decidió a

 

llamar. Bastó con ver aquel hermoso lugar para decidirse casi de inmediato.

 

Sebastián había trabajado siempre por su cuenta. Como restaurador de cuero, tatuador,

 

tapicero de coches y de barcos. Era un hombre tranquilo, emprendedor, metódico,

 

seguro de sí mismo. Llevaba una larga melena y acostumbraba a vestir de forma

 

aventurera, de hecho podía parecer un aventurero, pero no lo era. Amaba el mar, el

 

deporte, la montaña. Amaba a Julia.

 

En veinte años la habría engañado unas cuatro o cinco veces con rollos de una noche,

 

pero jamás había tenido aventuras. Era sustancialmente fiel a Julia, se podría decir que

 

comprensiblemente fiel, mucho más que cualquier otro hombre.

 

Julia era una mujer muy guapa. Morena, con los ojos pequeños y separados pero vivos,

 

brillantes y curiosos. Miraba feliz y transmitía una mirada feliz, porque ella lo era.

 

Supo crear su pequeño mundo casi a la perfección. Era un ama de casa ejemplar.

 

Todo estaba siempre ordenado, dispuesto, sin olvidar detalle. Sin embargo, no le

 

interesaba nada más que eso, su pequeño mundo, absolutamente nada más. No leía

 

libros, ni siquiera revistas, y no le preocupaba lo más mínimo desconocer el nombre del

 

presidente de Francia, por ejemplo. Tampoco se esforzaba en averiguarlo. Su vida

 

pasaba como el final de todos los cuentos: “Y fueron felices…”.

 

Trabajó en una guardería infantil y más tarde en un despacho de abogados. No se

 

trazaba grandes metas pero todo lo hacía con sumo interés consiguiendo sus propósitos.

 

No era elegante pero tampoco vulgar. Carecía de un estilo definido pero conseguía darle

 

a todo su toque personal, aunque a veces se vistiera de caja de bombones o pastel de

 

crema, como el día de su boda. Eligió un traje blanco, recargado, con volantes

 

imposibles y pliegues de más. Era horroroso pero estaba muy guapa. La felicidad

 

consigue muchas veces ensombrecer lo feo y lo que está de más. Su firma seguía siendo

 

la de una colegiala, siempre que la estampaba parecía hacerlo por primera vez, como si

 

acabara de aprender, quizá porque nunca necesitó hacerlo para cuestiones importantes,

 

 puesto que exceptuando la de su acta matrimonial no firmó nunca nada especialmente

 

relevante.

En todas las fotografías aparecía siempre sonriendo. Ni sorprendida, pensativa o con

 

gesto de sorpresa. Julia sonreía siempre, consciente y sabedora de su resplandeciente

 

felicidad. La tenía y la sentía.

 

Era una persona simple con una vida simple. No quería más ni pedía otra cosa. Tenía lo

 

que quería, seguramente lo que soñó desde niña. Se hizo adulta junto al hombre que

 

amaba. Era una buena esposa, una buena madre y una buena persona.

 

 España era un reto para Julia, no tenía ni idea de cómo resolvería el problema del

 

idioma ni qué tipo de trabajo podía haber para ella, pero no le preocupaba demasiado.

 

 Su vida era feliz y tenía a Sebastián.

 

Los primeros años no fueron nada fáciles. No conseguía hablar español, su currículum

 

laboral no se traducía en especialidad alguna y carecía de historial académico. Buscó

 

trabajo pero no encontró lo que quería, por lo que durante el primer año no le quedó más

 

 remedio que ser mujer de limpieza en distintas casas. No le gustaba, pero lo hacía. Al

 

final consiguió entrar como secretaria en la redacción de una revista turística alemana.

 

Sebastián tampoco lo tuvo nada fácil. Terminó haciendo pequeños trabajos de jardinero

 

y limpiando piscinas durante mucho tiempo hasta que pudo abrir un estudio de tatuajes.

 

Se encontraron con una situación desconocida rodeada de pequeños problemas a los que

 

nunca habían tenido que enfrentarse. La vida ya no era tan feliz, y aunque no podía

 

considerarse tampoco desdichada, sí estaba ya muy lejos de ser  perfecta. La baraja se

 

 rompía poco a poco con el pasar de los días. Ya no hablaban como siempre

 

acostumbraron a hacer, contándose las cosas cotidianas del trabajo de cada uno..

 

Llegaban cansados y descontentos. Julia de limpiar casas, Sebastián de limpiar piscinas.

 

No había un solo amigo con quien hablar, eran extranjeros y no habían tenido tiempo

 

material de crearse un círculo social. Su vida en Salzburgo había sido tan distinta que se

 

había convertido en el recuerdo de un sueño lejano.

 

A sus amigos les costaba creer que se ganaban la vida limpiando, incluso Julia lo ocultó

 

durante algún tiempo. Ella seguía siendo la mujer perfecta, pero alrededor de una

 

existencia que ya no lo era. Ni siquiera entonces pudo darse cuenta de que tanta

 

perfección no tenía sentido. Los armarios en orden, la ropa delicadamente doblada, ni

 

un plato sucio en la cocina, nada por lavar, los ceniceros vacíos, la cama siempre hecha

 

y sin una sola arruga, la colada semanal dispuesta y planchada, la cena hecha, la nevera

 

 llena pero con lo justo, sin nada para improvisar. Ninguna luz encendida por descuído,

 

todas las puertas siempre cerradas, el suelo barrido y fregado, el lavabo sin rastro del

 

paso de persona alguna, ni siquiera un pelo en el suelo. Nada.

 

 Tal vez por eso la unión empezaba a quebrarse. Sin discusiones, sin peleas, sin gritos.

 

Un alejamiento también perfecto. Y el silencio.

 

Habían sido felices mientras todo lo de alrededor estaba en orden. No pasaron por

 

 problemas verdaderamente serios, no con la fuerza suficiente como para alterar sus

 

vidas.

 

Nunca discutieron. Nunca se levantaron la voz. Julia siguió sin saber el nombre del

 

presidente de Francia y sin molestarse en averiguarlo. Tampoco le importaba lo que

 

sucedía en el nuevo país donde vivían. No se esforzó en hablar el idioma y continuó su

 

existencia como si nada pasara.

 

El pequeño Leo se integró sin problemas, ajeno a la realidad de lo que sucedía..

 

 Aprendió español en el colegio a pesar de llegar sin saber una sola palabra. Hizo

 

algunos amigos y se divertía con ellos los fines de semana. Sebastián, su padre, iba a

 

buscarle al colegio todos los días. Y fué entonces cuando conoció a Livia, que acudía,

 

como él, a buscar a su hijo. Estaba embarazada de ocho meses y era una mujer

 

bellísima. Hablaron desde el primer día. Ella le ayudó con varias gestiones burocráticas

 

con su residencia y le indicó cómo solucionar asuntos que para Sebastián eran en aquel

 

 

momento muy complicados como extranjero.

Se fijó en Livia porque para Sebastián, una mujer embarazada significaba algo

 

tremendamente especial y atractivo, la máxima culminación de la felicidad. Así

 

recordaba a Julia cuando esperaba a Leo.

 

Durante el año y medio siguiente continuaron encontrándose a diario, convirtiéndose

 

cada vez más en el inicio de una supuesta amistad, pese a que un evidente fondo de

 

deseo flotaba entre los dos desde el primer momento en que se vieron. No lo hablaban

 

ni hacían nada determinado que lo pudiera delatar, pero era evidente.

 

Una tarde, Livia le propuso que se vieran por la noche para charlar tranquilamente. Al

 

vivir en un pueblo muy pequeño y dado a las habladurías, Sebastián le propuso

 

encontrarse en una de las casas en las que limpiaba la piscina, que siempre estaban

 

vacías. Le dijo a Julia que había quedado con dos tatuadores de la zona. Fué su primera

 

mentira.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Acudió con dos botellas de vino. Pensaba que algo podía suceder, pero no estaba seguro

 

del todo. Livia le atraía con una fuerza desconocida. Le gustaba, la deseaba y

 

coqueteaba con ella de la misma forma que ella lo hacía con él. Nunca habían estado

 

sólos. Sebastián sabía que aquel primer encuentro significaba el primer paso de algo.

 

Livia estaba también casada. Su marido era muy conocido en el pueblo y gozaba de una

 

gran posición social y económica. Habían tenido una hija con problemas de minusvalía.

 

Era una mujer interesante. Descarada, divertida, ingeniosa e impulsiva.

 

Tras una larga charla en la que rieron animadamente, empezaron a tocarse. Varias

 

 secuencias de besos entrecortados  y con cierta timidez por parte de los dos, dieron

 

paso a las manos y los cuerpos. Livia le hizo una felación mientras Julia dormía

 

plácidamente esperando a Sebastián, quien, desde ese preciso momento, supo que

 

acababa de hacer algo irreparable, y que no era más que el principio.

 

Llamó a Klaus, su mejor amigo en Salzburgo. “Sé que no voy a salir de esto. Sé que lo

 

voy a destruír todo, pero no puedo evitarlo”.

 

Llegó a casa sintiéndose insoportablemente culpable. Miró a Julia. “Que no se dé cuenta

 

de nada, que no lo note…”. Fué la primera vez que no pudo dormir. Acababa de

 

inaugurar muchos años de insomnio y de mentiras. Su vida ya no era simple. Su

 

existencia había iniciado una pendiente peligrosa. Deseaba a Livia, casi la amaba, pero

 

seguía queriendo a Julia.

 

Antes de meterse en la cama, recibió un mensaje en su teléfono móvil. Era el primero de

 

la larguísima sucesión de frases cortas que vendrían a lo largo del día, a cualquier hora.

 

 Era también la primera señal de un elemento nunca tenido en cuenta para estar

 

conectado con su amante. Llamadas, palabras, mentiras, encuentros. Quería encontrar la

 

forma de sentirse en paz pero no lo conseguía. Era una sensación completamente

 

desconocida, pero con un fondo placentero y excitante.

 

Veinte años junto a la misma mujer, sin una sola crisis, sin dudas y sin un momento de

 

celos. Sebastián se confundía por dentro y por fuera de la misma forma en que iba

 

aprendiendo a hablar español teniendo la mejor de las maestras, su ya amante Livia.

 

No podía dormir pero temía estar dormido por si hablaba en sueños. Se sentía nervioso

 

y no se lo podía permitir porque siempre fué un hombre tranquilo.

 

Los encuentros con Livia empezaron a ser cada vez más frecuentes y apasionados. “No

 

 podemos dejar de follar con nuestras respectivas parejas porque se darán cuenta”, le

 

decía. Y ambos continuaron manteniendo sexo por las dos partes. Dos partes que

 

formaban un triángulo encendido, casi definitivo. Sebastián se había enamorado

 

perdidamente de Livia. Sus artes amatorias, dignas del kamasutra, le enganchaban más

 

 y más deseando una nueva cita. Los mensajes por teléfono y las visitas inesperadas a su

 

taller de tatuajes le hacían sentirse distinto y vivo. Julia parecía no darse cuenta de nada,

 

por lo menos al principio.

 

Secretos, señales, silencios, respiración entrecortada en muchos momentos del día. La

 

mentira es insoportable al principio, pero se convierte en una costumbre si se practica

 

contínuamente.

 

Livia siempre quiso hacerse un tatuaje, y Sebastián ideó una forma ilegible para los

 

demás en la que dibujó las iniciales de los dos enlazadas. Las dos letras estaban

 

disfrazadas en un trival muy llamativo. Parecía un tatuaje más. Pero era la firma de dos

 

amantes que el marido de Livia tenía delante cuando se la follaba por detrás, porque

 

estaba justo en la nuca. Era el testigo de un poder privado, una revelación, casi una

 

misiva, el secreto mejor guardado con forma de dibujo, frente a la cara del encuernado

 

 marido mientras se corría dentro de ella.

 

Julia empezó a sospechar. Demasiadas salidas, avisos musicales de mensajes en el

 

móvil, o quizá lo supo desde el principio y no quiso decir nada. Porque Julia no decía

 

nada hasta que un día se decidió a preguntar. La respuesta fué: “No”.

 

Un año, dos, casi tres viviendo sobre una mentira. Livia decía también muchas mentiras.

 

No sólo a su marido, también a Sebastián. Una vez y otra llegaron a planear separarse

 

para vivir juntos. Decían amarse mientras follaban como locos.

 

“ Eso de hacer el amor no existe, decía ella. Es follar, lo que existe es follar, se puede

 

follar con amor, pero es follar”. Y Sebastián la creía mientras ella tenía orgasmos

 

practicando el coito anal. Cada encuentro era una fiesta excitante para el que ella

 

preparaba un espectáculo determinado. A veces se trataba de un strip-tease de lo más

 

profesional, otras le llamaba por la mañana para decirle que se acababa de poner una

 

lavativa, señal inconfundible de sexo anal, su especialidad. Sebastián permanecía

 

excitado durante todo el día imaginando a Livia corriéndose y gritando como una loba

 

 mientras se la follaba por el culo arañando el tatuaje como un gato en celo. Ella era una

 

 gata rabiosa. El un hombre enamorado.

 

“Fóllame, más fuerte, fóllame, házmelo”, “Más, más, más…”. Julia preparaba la cena

 

mientras una de las casas con la piscina sucia era testigo del más peligroso de los

 

secretos. Una casa se rompía, se deshacía en silencio mientras otra se llenaba de jadeos

 

y palabras dignas del porno más duro. Al día siguiente había que limpiar la piscina

 

mientras Livia se limpiaba el coño, primero mojado por Sebastián, y durante la misma

 

noche, mojado por su marido.

 

Navidades, cumpleaños, aniversarios y demás fechas a celebrar se sucedían en una vida

 

 rota que se había acostumbrado a la farsa. En todas las fotografías, Julia seguía

 

sonriendo mientras a Sebastián le salían canas y más canas. Su rostro se fué llenando de

 

arrugas reveladoras, cara de sueño, bolsas bajo los ojos y una inquietud permanente.

 

Llegaron a follar en el coche de Sebastián una tarde de invierno, ya entrada la noche, en

la plaza mayor del pueblo. Nada era suficiente y todo se hacía posible.

 

Iban juntos al supermercado a hacer las compras sin reparar en las miradas de la gente.

 

Todo el pueblo lo sabía. Absolutamente todo el pueblo.

 

“No puedo más. Voy a dejar a mi marido”, dijo Livia. Pero lo había dicho muchas veces

 

y nunca llegó a hacerlo definitivamente.

 

Julia empezó a salir por las noches. No frecuentemente, pero sí de forma extraña.

 

Seguían sin discutir ni preguntar. La casa continuaba en perfecto estado de revista.

 

Sebastián recibió una llamada del marido de Livia. “Te voy a matar, hijo de la gran

 

puta”. Lo sabía. No podía permitir que Julia se enterara por las habladurías del pueblo,

 

tenía que decírselo. Se lo diría, y dejaría a Livia. No quería romper su matrimonio ni su

 

familia. Seguía queriendo a Julia.

 

“Voy a decírselo todo y quiero intentarlo de nuevo con mi mujer. Todo esto es una

 

 locura. Es mejor que no nos veamos durante algún tiempo”. Ella dijo que estaba de

 

acuerdo.

 

Sebastián llegó a casa. Atardecía y le dijo a Julia que la esperaba en la terraza porque

 

quería hablar con ella. Preparó dos sillas y dos copas de Baileys.

 

Le contó toda la verdad. Sin alterarse, pidiendo perdón constantemente, pero

 

reconociendo que se había enamorado de Livia.

 

“Lo sabía, cabrón, hijo de puta”, le dijo sin levantar la voz y con una sonrisa irónica.

 

Acto seguido empezó a llorar. Era domingo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sebastián salió hacia las montañas con su mehari. Regresó poco más de una hora

 

después. Julia seguía en la terraza bebiendo Baileys.

 

De nuevo se sentó junto a ella. “No quiero tirar por la borda veinte años de felicidad,

 

Julia. Perdóname, por favor, perdóname. Intentémoslo de nuevo”.

 

-De acuerdo, dijo ella. Pero yo también tengo que decirte algo.

 

-¿Qué? –preguntó sorprendido-.

 

-Yo también te he engañado.

 

-¿Qué?

 

-Que yo también tengo un amante.

 

-¿Tú? ¿Un amante tú, Julia?

 

-Sí, tengo un amante.

 

-¿Desde cuándo?

 

-No mucho. Menos de un año.

 

-¿Quién es?

 

-Un inglés. Es cantante de rock.

 

Sebastián se quedó atónito. Se habían estado engañando mutuamente durante largo

 

tiempo sin que él se diera cuenta de nada. Estaba tan ensimismado en su propio engaño

 

que no se le pasó por la cabeza la idea de que Julia le pudiera engañar a él. El engañador

 

engañado se quedó mirando al infinito mientras repetía la palabra perdón insistiendo en

 

empezar de nuevo.

 

La casa seguía estando limpia y ordenada. Nada podía revelar en su interior lo que

 

estaba pasando .Nada. Hizo la cena como todas las noches y cenaron con Leo como

 

todos los días.

 

Durante seis largos meses, Sebastián hizo lo imposible por ser el esposo perfecto. Livia

 

 seguía visitándole en su taller de tatuajes con actitud provocadora y celosa, pero él no

 

flaqueó ni una sola vez. Quería a Julia, quería por todos los medios mantener la familia

 

unida. Ella se mostraba engreída y altiva. Una noche salió con dos amigas, según dijo.

 

Se escuchó el ruído del coche pasadas las dos de la madrugada, pero de pronto se

 

detuvo antes de llegar a la casa. Sebastián estaba despierto. Sabía que Julia siempre

 

paraba cuando la llamaban por el móvil.

 

-¿Quién te ha llamado? –preguntó al llegar.

 

-Nadie.

 

-¿Te ha llamado el ingles, verdad?. Me has mentido, le has visto esta noche.

 

-No.

 

-¿Seguro? ¿No me estás mintiendo?

 

-No.

 

A la mañana siguiente, mientras Julia se duchaba, revisó sus llamadas comprobando la

 

de un número desconocido justo a la hora en que el coche se detuvo. Llamó y contestó

 

una voz masculina en inglés.

 

“Como vuelvas a tocar a mi mujer, te juro que te mato”, dijo.

 

“Yo lo único que quiero es que Julia me deje en paz”, contestó el inglés.

 

Sebastián tiró la toalla. Todo estaba roto y no tenía arreglo posible. Demasiadas

 

mentiras en tres años, ya no se podía volver atrás. Sentía que toda la culpa era suya. Se

 

arrepentía tanto de haber dejado Austria…

 

-¿ Qué prefieres? –le dijo a su mujer. ¿Me voy yo y te quedas a vivir aquí, o quieres

 

quedarte tú?

 

-Ya me voy yo, respondió.

 

Y se fué dejando la casa perfectamente limpia y ordenada.

 

Sebastián volvió a ver a Livia. Follaron apasionadamente durante toda la noche. Antes

 

de marcharse, le dijo:

 

-Me he separado definitivamente de mi mujer. Estoy sólo. Ahora ya podemos vivir

 

nuestra propia vida tal y como habíamos planeado.

 

-Yo nunca te dije que me separaría de mi marido.

 

-¿Qué estás diciendo, Livia?

 

-Era un juego, no era más que un juego. Yo no voy a separarme de mi marido.

 

Y se marchó mientras Sebastián la imaginaba llegando a su casa, y la veía desnuda,

 

gimiendo como una perra, mientras su marido se la follaba por detrás contemplando el

 

 tatuaje. Era la única señal que quedaba de toda la historia. Un dibujo en la nuca,

 

escondiendo las iniciales de los dos. Y él se sentía como si le hubieran pegado un tiro en

 

su propia nuca, por detrás, a traición, de la misma forma en que él había traicionado

 

durante tres largos años a Julia.

 

Se quedó sólo, en el salón, llorando como nunca recordaba haber llorado en toda su

 

vida. Dos meses después. Julia se fué a vivir con el cantante de rock inglés,

 

entregándole a Sebastián la custodia de Leo sin poner ningún tipo de problema. Había

 

sido la mejor esposa, la mejor amiga, pero ya no era la mejor madre. Se despojó de Leo

 

con una facilidad tan asombrosa que daba miedo.

 

En aquel mismo salón permanecía colgada una foto familiar. Julia sonreía de la misma

 

forma en que la había visto sonreír el día anterior. Parecía que nada, absolutamente nada

 

había cambiado. Imaginar a Leo separado de su madre habría sido una idea de locos

 

pocos meses atrás. Había sido la mejor madre con marido, pero ya no lo era sin su

 

marido. La vida simple y la casa perfecta carecían ya de sentido, aunque seguramente ya

 

la había reproducido con otro hombre y en otro lugar. Se cuestionó entonces si Julia era

 

realmente una buena persona y dejó en suspenso la respuesta. No quería asegurarlo pero

 

ya no podía afirmarlo.

Julia sigue sin saber el nombre del presidente de Francia, tampoco el de España ni el de

 

ningún otro país. Tiene otro pequeño mundo, otro pequeño hombre y otra pequeña casa.

 

Livia  visitaba llorando a Sebastián  en su taller de tatuajes dos o tres veces por semana.

 

 La conversación entre ellos siempre era la misma:

 

-         Sebastián, es que yo te amo de verdad, repetía entre lágrimas.

 

-         Livia…decía él.

 

-         ¿Qué?

 

-         Hazme un favor…

 

-         ¿Qué?

 

-         Déjame en paz…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lunes, 21 de Abril de 2008 11:23 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

AZUL

Azul marino, cobalto, prusia, verde mar. Azul

Intenso sobre la contraseña de los ángeles

Azul, tinta, luna ultrajada

Camaleón cansado de seguirte

Pentagrama

Isla de las hormigas que duermen entre líneas

En espera del alba por la clave de sol.

Tu piel era sensible a la mañana

Dormías contra el tiempo e insistías al mar

Llévame , así llorabas, antes

De saber pronunciar la sílaba del mal.

Has sido azul como la luz de Africa

Antes de descubrirme, te encontré

No me manchaba el mes , nunca

Tardaba

Tanto en aparecer el ciclo de la vida

Torre de la existencia y cuesta arriba

Azul, yo te decía

Con cara de saberlo más que todas las químicas

Mis ojos de esperanza tibia y acorde

De guitarras. Lo sé yo, repetía.

Conozco la razón de cada brújula

Entiendo esos sonoros avisos de partida

Lo que sale de mí será el océano

te daré la palabra sobre todas las Biblias

esperaré, paciente, tu llegada

yo

te daré

la vida.

Viernes, 25 de Abril de 2008 11:45 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

COTO DE CAZA

 

 

 

Elena llegó a su trabajo como casi todas las mañanas, impecablemente vestida,

 

perfumada y arreglada. La recepcionista la saludó con una sonrisa excesiva. Según se

 

acercaba  a su despacho, se percató de que todos la miraban, pero no como siempre.

 

Parecía que se reían de ella. Volvió la vista atrás para comprobarlo. Efectivamente, se

 

estaban riendo a sus espaldas. Buscó algún defecto en su ropa, tal vez alguna mancha.

 

Se miró la falda, contempló con detenimiento sus medias por si tenían alguna carrera.

 

Nada.

 

No era el día de los inocentes ni tampoco una fecha especial. Nunca se habían reído de

 

ella, era una ejecutiva muy respetada. Simpática, conciliadora, divertida. Nadie conocía

 

su vida privada. La empresa era demasiado grande, con muchos trabajadores, y había

 

escuchado tantos comentarios jocosos sobre cuestiones íntimas que desde el principio

 

decidió protegerse. No dijo jamás una sola palabra sobre sí misma. Su posición lo

 

permitía, puesto que era una directiva.

 

Con cierto nerviosismo, se sentó al fin en su butaca y abrió el ordenador. Tenía un

 

correo que decía : “urgente” en el campo del asunto. Era de uno de sus colegas de la

 

central de Madrid.

 

“Elena, alguien te ha hecho una putada muy gorda. Ha mandado al correo genérico, el

 

que recibe toda la empresa, unos correos reenviados desde tu dirección privada de

 

yahoo de lo más encendidos y apasionados a un tal Miguel. Toda la empresa los ha visto

 

 y no se habla de otra cosa. Ten cuidado, parece que alguien pretende hundirte. Aquí me

 

tienes, para lo que quieras. Arturo”.

 

El corazón se le salía del cuerpo. Ella misma los había recibido también. Gran parte de

 

los correos encendidos que había enviado y recibido su amante, estaban a la vista de

 

toda la empresa. Por eso las risitas, se dijo.

 

El director general, siempre muy correcto con ella y especialmente contento de su

 

trabajo, la llamó inmediatamente.

 

“Espero que esto tenga una explicación, Elena. No estamos en una peluquería ni en un

 

 programa del corazón, es vergonzoso. No tengo ni idea de quién ha podido hacer algo

 

 así, porque hemos intentado localizar el servidor desde donde se han hecho los envíos,

 

 y resulta que está en Lima, en Perú”.

 

-¿Qué? –dijo mientras intentaba reaccionar. Yo tampoco tengo idea de quién ha podido

 

hacer algo así, estoy muerta de vergüenza, no conozco a nadie en Lima, todo esto parece

 

una pesadilla, por favor, déjame reaccionar…

 

-Elena, soluciona esto de inmediato o voy a replantearme muchas cosas con respecto a

 

ti.

 

-Te repito que yo no sé nada de todo esto, soy la primera sorprendida y no sé dónde

 

meterme, todos se ríen a mis espaldas, ni siquiera me atrevo a abrir la puerta del

 

despacho, estoy encerrada y encogida, no tengo enemigos, que yo sepa…

 

-Es obvio que sí tienes uno, Elena. Soluciónalo cuanto antes.

 

Leyó detenidamente todos los correos. Aparecían tanto los que ella le había escrito a

 

Miguel como los que él le contestaba a ella. Era un ir y venir de declaraciones

 

amorosas, palabras encendidas y deseos escritos. Todo. Sus entrañas al alcance de todo

 

el mundo, en pública subasta, sus más íntimos sentimientos publicados a diestro y

 

siniestro.

 

Pero aquello no había hecho más que empezar. A los pocos minutos, el director general

 

la llamó de nuevo. Los mismos correos habían sido enviados a todos los clientes de la

 

 empresa. A todos.

 

-Elena, vamos a tomar medidas drásticas en este asunto. Entiendo que alguien diabólico

 

ha querido perjudicarte, pero esto no va a quedar así de ninguna manera.

 

-Por supuesto que no, respondió. Voy a denunciarlo a la policía ahora mismo.

 

Miguel le había dado los buenos días, como todas las mañanas, a través de un cariñoso

 

mensaje por el teléfono móvil. Se veían todos los fines de semana puesto que él vivía en

 

Madrid, y Elena en Barcelona. Estaban planeando y organizando su vida juntos para el

 

próximo año.

 

Ante semejante situación, le llamó desesperada contando lo sucedido.

 

-Elena, mi amor, cuánto lo siento…espera, tranquilízate, es culpa mía soy un imbécil…

 

-¿Culpa tuya, por qué? ¿De qué estás hablando?

 

-Anoche me llamó una chica con la que estuve liado dos meses, sólo dos meses, y

 

mucho antes de conocerte…

 

-¿Es de Lima, es peruana?

 

-Sí.

 

-Es ella, entonces es ella. ¿Pero cómo ha podido acceder a tu correo?

 

-Vivimos juntos dos meses. Yo confiaba en ella y le dí la contraseña de mi correo, no se

 

me ocurrió cambiarla, no pensé …

 

-Dios, Miguel, por favor…

 

-Ha entrado en mi correo, ha visto todos nuestros mensajes y se ha vuelto loca, loca …

 

-¿Loca? No, perdona. Es una hija de puta. Lo ha hecho para hacer daño, y a mí, que ni

 

la conozco…

 

-A mí no podía hacérmelo, y lo sabe. Por eso ha ido a por ti … lo siento, lo siento en el

 

alma, Elena…

 

-No puedo más. Ahora mismo me saco un billete para Madrid y me voy.

 

-Sí, por favor, ven…

 

Abrió violentamente la puerta. Parecía que todos la estaban esperando. Se puso el

 

abrigo mientras decía en voz alta: “ Alguien me ha querido hacer una gran putada.

 

Tengo novio, y lo que habeis leído todos son los mensajes de dos enamorados. Me voy

 

a denunciarlo a la policía, y después a ver a mi novio a Madrid”.

 

Tras perder varias horas en comisaría, finalmente le dijeron que cursarían la denuncia,

 

pero que no se podía hacer absolutamente nada. Los correos seguramente habían sido

 

enviados desde algún ciber de Lima, y era imposible conocer la identidad de la persona

 

que lo había hecho.

 

Miguel la esperaba en el aeropuerto. Lo siento, lo siento, repetía.

 

-¿Pero cuándo la conociste?

 

-Unos seis meses antes de conocerte a tí.

 

-¿Y cómo?

 

-Por el Chat. Ella entró a hablar conmigo, me pareció simpática, me mandó una foto, era

 

muy guapa, y quedamos un día para vernos. Nos liamos enseguida. Vivía con una tía

 

suya, o eso me dijo, porque ya no me creo nada de nada…

 

-¿Y te fuíste a vivir con ella?

 

-Sí. Había llegado a España hacía un mes, quería quedarse, pero no encontraba trabajo

 

sin papeles. Le dije que viniera a vivir conmigo, me gustaba mucho, creo que incluso

 

estuve a punto de enamorarme de ella…

 

-¿ Y entonces?

 

-Ella no trabajaba, se pasaba todo el día en casa. Yo llegaba y me la encontraba sentada,

 

leyendo o redactando correos a sus amigos en Lima. Empezó a borrarme direcciones,

 

mensajes de amigas mías…

 

-¿Pero tú te dabas cuenta?

 

-Al principio, no. Pensé que tal vez eran errores de envío, qué sé yo. Pero todo en ella

 

era muy extraño..

 

-¿Por qué?

 

-Por todo. Lavaba su ropa a mano, yo le dije que por qué no utilizaba la lavadora, y me

dijo que no porque la ropa se le rompía. Más tarde me confesó que nunca había tenido

 

 lavadora y que no sabía cómo usarla. No limpiaba la casa porque temía romper algo,

 

tampoco sabía lo que era un aspirador …

 

Tenía una hija de cuatro años en Lima. Me dijo que allí trabajaba como visitador

 

médico para unos laboratorios…la realidad es que la cosa no funcionaba, me mentía,

 

empecé a desconfiar de ella…

 

-¿Y no se te ocurrió cambiar la contraseña de tu correo?

 

-No, la verdad es que no, porque no tenía nada que ocultar…

 

Elena le miraba fijamente. Conocía a Miguel, se lo podía imaginar sin demasiado

 

 esfuerzo metido en una historia de ese tipo sin valorar las consecuencias. Era un

 

hombre tranquilo y confiado.

 

-¿Tienes alguna foto suya?

 

-Sí, precisamente hace poco pensaba en romperlas…

 

Le mostró varias fotografías. Era joven, por lo menos diez años menos que Elena, con el

 

pelo negro y lacio, casi hasta la cintura. Sus ojos negros, grandes, y una boca sensual

 

perfectamente dibujada. No era guapa. Era guapísima. Exótica, salvaje, pero con gesto

 

triste y audaz al mismo tiempo. Su mirada estaba fija en alguna parte, seguramente

 

miraba al objetivo.

 

-¿ Era buena en la cama? Le preguntó.

 

-No sería esa la expresión exacta.

 

-¿Ah, no?

 

-No. Al principio parecía tímida. Cuando se acercaba la fecha del vencimiento de su

 

permiso turista, fuímos a una gestoría para informarnos de qué se podía hacer para que

 

se quedara. Y lo único que se podía hacer era casarse. Yo no estaba dispuesto a casarme

 

con ella, primero porque sólo hacía dos meses que la conocía, y segundo porque ya no

 

confiaba en ella. Ahí empezó lo más sorprendente.

-¿Qué?

 

-Pasó de ser una mujer tímida en la cama a convertirse en una verdadera experta, de la

 

noche a la mañana, como por encanto.

 

-¿Cómo? ¿Qué hacía?

 

-Elena, no pretenderás que te lo cuente…

 

-Pues mira, sí. Ya que ella me ha hecho pasar la vergüenza más grande de mi vida,

 

ahora me lo vas a contar…

 

-Pero mujer, esas cosas no se cuentan …pretendes que te detalle cómo me follaba a

 

otra?

 

-Sí. Quiero saber cómo, qué hacía…

 

Miguel se levantó entre risas para servirse una copa. Preparó otra para Elena. Brindaron

 

juntos y se abrazaron amorosamente. Sin separarse del todo, él empezó a hablar.

 

-El mismo día en que volvimos de la gestoría le dije que yo no me quería casar con ella.

 

Nuestra conviviencia no funcionaba, nos separaban muchas cosas, pero sobre todo las

 

mentiras que ella me contaba. Mentía muy mal, por cierto. Era insoportablemente

 

celosa. Justo ese día, por la noche, empezó a actuar en la cama como si se tratara de otra

 

persona. Yo me quedé tan sorprendido como encantado. “¿Quieres que sea tu puta?”,

 

me preguntó. “Quieres que sea tu zorra?”, continuó diciendo. Yo me puse a cien.

 

“ Fóllame, cabrón, demuéstrame que soy tu puta, llámame puta”. No paraba de hablar

 

con voz sugerente, fóllame, más, dame más, llámame zorra, repetía. Le seguí el juego,

 

me gustaba muchísimo, la verdad. Era evidente que intentaba ganarme por la cama, eso

 

 me pareció muy bajo, pero al fin y al cabo entendía que estaba haciendo todo lo posible

 

 por no volver a Perú. Así continuó un día tras otro y en cualquier parte, de pronto en la

 

 cocina, en el jardín, en el salón, como una loba en celo. Incluso algunas veces la

 

rechacé, porque me sentía utilizado, como una máquina, pero me gustaba. Gritaba como

 

una loca, se excitaba muchísimo, y yo también. Un día, mientras follábamos, me pidió

 

que la apretara los pezones, más fuerte, me decía, más, verás como llego al cielo y tus

 

manos hacen que me salga un chorro de leche…y me quedé de piedra cuando pasó,

 

porque pasó, le salió un chorro de leche disparado, me corro, decía, me corro por las

 

tetas, dame tu leche que yo te doy la mía, sigue, más fuerte, fóllame, llámame puta…

 

Yo me sentía un dios, la verdad, me volvía loco pero la estaba tratando como ella me

 

pedía, como a una puta, y me follaba dos y tres veces al día mientras la fecha de su

 

permiso turista estaba a punto de caducar. Mientras más se acercaba la fecha, más

 

guarra se ponía, como loca, hasta que no pude más porque me sentía culpable. Yo no

 

hice nada para que se comportara así, pero me gustó mientras lo hizo, como me habría

 

 gustado que lo hiciera desde el principio, pero su cambio no fué gradual, fué radical,

 

justo el mismo día en que visitamos la gestoría…decidí cortarlo, no me parecía justo y

 

me la quité de encima. Saqué un billete para Lima y conseguí que se marchara. No la

 

eché de menos ni un solo día, me sentí liberado, no pensé en la maldita contraseña de mi

 

correo. Está claro que ha entrado y ha leído todos nuestros mensajes, me la puedo

 

imaginar, enferma de celos y capaz de todo. Sabe que a mí no puede hacerme daño, y ha

 

ido a por ti …

 

-Eso de que le saliera leche de los pezones por excitación sexual es mentira, Miguel.

 

Fisiológicamente imposible. Habría tenido algún aborto reciente…

 

-No. Un amigo mío me contó que le pasó también con una mujer, que es posible.

 

-No lo es. Te digo que no. A saber de qué mil leches estaba o había estado preñada.

 

-Elena, no hables así de ella, por favor.

 

-¿Qué? Mira, no me vengas con el cuento de la pobrecita sin papeles, porque es una hija

 

de puta, peruana o de Badajoz, que me dá lo mismo. Es una mala persona, es peligrosa,

 

 no tiene freno. Ni desde Perú se va a quedar de brazos cruzados. Tenía un objetivo y le

 

ha salido mal, y hará cualquier cosa por joderme a mí, como ya ha hecho hoy…

 

-Sí, tienes toda la razón, perdona. No debí haberte contado todo esto…

 

-¿Por qué no?

 

-Porque no , Elena. No es justo que te diga todo lo que acabo de decir.

 

-¿Qué pasa? ¿ Esa puta en celo era mejor que yo en la cama?

 

-Elena, por favor, cómo se te ocurre…

 

-Pues bien que te gustaba, tú mismo lo has dicho…

 

-Porque me lo has preguntado, y porque confío en ti plenamente.

 

-¿Seguro?

 

-Completamente seguro, Elena.

 

-Perdona, estoy muy nerviosa, no sabes lo que ha sido, qué vergüenza…

 

Miguel la abrazó de nuevo. Aquella historia la había puesto caliente, muy caliente. Se

 

reía de sí misma al comprobarlo. Hicieron el amor mientras ella se apretaba

 

con fuerza los pezones. “ Hazlo”, le dijo a Miguel. “Aprieta, fuerte, a ver si es verdad,

 

estoy a cien, aprieta con fuerza…”. Al día siguiente se levantó con un terrible dolor. Las

 

sábanas estaban manchadas con pequeñas gotas de sangre. Se miró el pecho

 

temerosamente. Sus pezones estaban destrozados, maltrechos, sangrantes y con

 

pequeñas heridas que escocían con el roce del sujetador. No se lo puso. Intentó olvidarlo

 

 durante casi todo el día, pero era imposible. Le dolía mucho.

 

-Miguel, por favor, acompáñame a urgencias.

 

-¿Qué te pasa?

 

-Mira...y le mostró el pecho, sollozando.

 

Llegaron al hospital casi de noche. Elena no dejaba de llorar mientras inventaba algún

 

argumento lógico para semejante bochorno. Cómo iba a contarle a un médico la verdad.

 

Pensó que en las urgencias estarían acostumbrados a ver de todo, pero ella jamás se

 

había encontrado en una situación semejante. Había pasado la vergüenza más grande de

 

su vida el día anterior y se encontraba de nuevo con la misma vergüenza, camino de un

 

centro médico y con los pezones destrozados.

 

-Miguel, voy a decirle al médico la verdad.

 

-¿La verdad de qué?

 

-De todo. Que me provocó la historia que me contaste y quise comprobar si es cierto

 

que puede salir leche de los pezones por excitación sexual.

 

-¿Pero cómo se te ocurre decirle eso a un médico, como si fueras una cualquiera, una

 

depravada, ó una enferma mental?

 

-¿ Más que tu puta la de Lima?

 

-Elena, todo esto nos está afectando demasiado…

 

-A mí por supuesto. A ti seguro que no, por lo que parece. La que está en boca de toda

 

la empresa y con los pezones en carne viva soy yo. Tu polla y tu buen nombre, que

 

seguramente van unidos, están divinamente.

 

-No voy a permitir que esa cazadora nos haga discutir de esta manera.

 

-¿Cazadora, la llamas? ¿Por cierto, cómo se llama?

 

-Mariana. Mariana la cazadora.

 

Empezaron a reírse mientras las luces del hospital aparecían tímidamente en el camino.

 

Miguel se quedó en la sala de espera mientras llamaba a uno de los restaurantes

 

favoritos de Elena para hacer una reserva. Pidió que colocaran un ramo de rosas rojas en

 

el centro de la mesa. No esperó demasiado.

 

Elena apareció acompañada del médico, que se dirigió a él de forma severa y desafiante,

 

diciendo: “ Tiene lesiones en ambos pezones que precisan tratamiento y tardarán algún

 

 tiempo en curarse. Debería usted respetar el oficio más antiguo del mundo, por mucho

 

que pague. Una mujer que se gana la vida con su cuerpo merece un respeto, señor mío

 

Ella no quiere denunciarle auque yo he insistido en que lo haga. Ha tenido mucha

 

suerte, caballero”.

 

-¿Pero qué está diciendo?

 

-Déjelo, doctor, intervino Elena. Estoy acostumbrada a este tipo de incidentes, soy una

 

puta al fn y al cabo. Por cierto, quería hacerle una pregunta. Es posible que por

 

excitación sexual salga leche de los pezones?

 

El médico permanecía con cara de póker. “No exactamente, dijo. Cuando eso sucede es

 

debido a un aborto reciente o a algún tipo de desarreglo hormonal”.

 

-Muchas gracias. Buenas noches, dijo Elena .

 

Miguel estaba completamente confundido. La miraba sin acertar a creer lo que había

 

hecho.

 

-¿Le has dicho que eres una puta?

 

-Si.

 

-¿ Pero por qué?

 

- Me ha parecido lo más comprensible y lo más sencillo. Así no tenía que dar más

 

explicaciones…

 

-Pero Elena, por favor, si lo pone hasta en el parte de urgencias,¿ no te dá vergüenza?

 

-No más que la que pasé ayer en mi trabajo. No, sinceramente, no. En menos de dos

 

días he deseado que me trague la tierra, y ahora me encuentro en Sevilla, saliendo de un

 

hospital, y con el pecho vendado…si lo cuento no me cree nadie.

 

-Ni se te ocurra contarlo.

 

-¿Por qué no? Me he pasado la vida haciéndome la interesante, sin hablar de mí a nadie,

 

para ser respetada. Y mira cómo me veo aquí y ahora por culpa de Mariana la cazadora

 

de Lima…si parece un culebrón, por dios…

 

-Por favor, tranquilízate, vamos a cenar. Tengo una sorpresa para ti.

 

-¿Otra? He tenido suficientes por hoy…

 

Ni siquiera se mostró ilusionada al comprobar que Miguel había elegido su restaurante

 

favorito. Tampoco miró las rosas. Pidió un gin tonic mientras se palpaba los vendajes

 

del pecho.

 

-Miguel…

 

- Dime, amor…

 

-Llámame puta. Desmuéstrame que soy tu zorra. ¿A que no puedes?

 

-No, claro que no. Esa no eres tú, no va contigo.

 

 

-¿Por qué no?

 

-Porque no lo necesitas, no te gusta, no me gusta tampoco a mí.

 

-¿ Y a ella le gustaba?

 

-Sí, mucho. Ya te lo he contado, por favor, olvidemos esto…

 

-No sé si puedo.

 

-Sí puedes. Estás muy por encima de estas historias. Eres la mujer que amo y con la que

 

quiero compartir el resto de mi vida.

 

Sus palabras consiguieron relajarla. Le dolía mucho el pecho y no tenía demasiadas

 

ganas de hablar. Miguel la observaba con cierta compasión. No era justo que todo

 

cayera sobre Elena y no sabía lo que podía hacer para que se sintiera mejor, pero

 

decidió que no era el momento para pedirle que se casaran. Esperaría al día siguiente.

 

Mientras esperaba que el camarero le trajera el comprobante de pago de la tarjeta de

 

crédito, ayudó a Elena a ponerse el abrigo.

 

-Señor, disculpe… -dijo el maitre en voz baja-. Su tarjeta ha sido rechazada por el

 

banco.

 

-No puede ser.

 

-Lo hemos probado tres veces, señor. Y la máquina no la acepta.

-No importa, dijo Elena. Pagaré yo.

 

Miguel conducía con gesto de preocupación. No decía nada. Fumó dos cigarrillos

 

seguidos, algo que no acostumbraba a hacer prácticamente nunca.

 

-¿ Y ahora qué te pasa? –dijo Elena.

 

-La tarjeta. Es imposible que el banco la rechace. No puede ser.

 

-Qué tontería. Será la máquina, no le des más vueltas.

 

-No. Espera a que lleguemos a casa.

 

-¿Por qué?

 

-Ella me vió hacer transferencias por Internet, pagar con la tarjeta…

 

-¿Qué? ¿ Estás diciendo que te ha podido vaciar la cuenta?

 

-Después de lo que te ha hecho a ti, es perfectamente posible.

 

-Pero para eso hay que ser un profesional, hombre, ella no, es una pobre chica…

 

-La necesidad tiene cara de hambre. No la subestimes. Espera a que lleguemos a casa.

 

Creo que es capaz de todo.

 

Aceleró. Llegaron apresuradamente y encendieron el ordenador portátil. Miguel intentó

 

hacer una transferencia a la cuenta de Elena. “Su saldo no es suficiente. Consulte con su

 

banco”. Probó a sacar un billete de avión con la tarjeta de crédito. “ Su tarjeta ha sido

 

rechazada”. Lo probó hasta cuatro veces de las dos formas. El mismo resultado.

 

-Lo ha hecho. Es ella. Está clarísimo. Debió entrar en mi correo, leer los mensajes, se

 

puso como loca al saber que amo a otra mujer, te hizo la putada, y de paso me ha

 

vaciado la cuenta y la tarjeta de crédito.

 

-Miguel, hay que denunciarlo inmediatamente. ¿Cuánto tenías en la cuenta?

 

-Unos diez mil euros. Mas el crédito de la tarjeta, en total unos trece mil. Menuda fiesta

 

se estará pegando en Lima la hija de puta…

 

-Dios mío, Miguel, qué mala, qué retorcida, qué …

 

-Todo lo que digas y más, es increíble…No tengo un euro.

 

-Yo te doy dinero, por eso no te preocupes…anda, ya pasará. Si en el fondo es

 

cómico..mírate y mírame…

 

-No tiene ninguna gracia, Elena. Esa mujer es un monstruo. Estoy sin un euro y

 

 precisamente este mes tengo que afrontar unos gastos muy grandes.

 

-Te digo que no te preocupes, yo tengo algo ahorrado, puedo hacerte una transferencia

 

por Internet…

 

-No, Elena, lo que faltaba…

 

-Anda, déjate de tonterías. Lo hago ahora mismo. ¿Cuánto necesitas?

 

-Treinta mil.

 

Al día siguiente tenía que volver a Barcelona. Su avión salía temprano. El pecho le ardía

 

como fuego, se tocó la frente, parecía tener algo de fiebre. Decidió acostarse mientras

 

 Miguel seguía trabajando en el ordenador portátil.

 

Se quedó profundamente dormida. Al despertar, Miguel no estaba en la cama. Le llamó

 

pero no respondía. Pensó que seguramente había salido a comprar algo para desayunar

 

mientras preparaba su pequeña maleta. Entró en el lavabo. Algo extraño flotaba en el

 

ambiente. No estaba el cepillo de dientes, ni la espuma de afeitar, ni la loción…no había

 

un solo objeto de Miguel. Sobresaltada, abrió los armarios del dormitorio: Estaban

 

completamente vacíos. Le llamó insistentemente al teléfono móvil, pero estaba

 

desconectado. El ordenador había desaparecido. Le dolía muchísimo el pecho. No podía

 

perder el avión bajo ningún concepto. Asustada y nerviosa, salió del piso en busca de un

 

taxi hacia el aeropuerto. Tenía fiebre, se sentía débil y casi desorientada. Seguía

 

llamándole, pero nada. La megafonía informó que su avión llevaba retraso, y al

 

escucharlo se echó a llorar desconsoladamente. No entendía nada. No sabía qué pensar,

 

 sólo tenía miedo, mucho miedo, y quería volver a Barcelona, a su casa.

 

Estoy viviendo una pesadilla, se decía, todo esto es un mal sueño, dónde está

 

Miguel…no tenía respuestas para nada pero tampoco quería hacerse preguntas. Maldita

 

mujer, qué es todo esto, qué ha pasado en dos días, cómo estoy, herida , con el pecho

 

vendado por culpa de una zorra que me ha provocado…sentía haber estado siguiendo el

 

juego de alguien, estúpida, tonta de remate. Alguien se estaba riendo en alguna parte, en

 

Lima seguramente…Lima….pensaba en el nombre de esa ciudad cuando escuchó :

 

“Pasajeros del vuelo con destino a Lima efectúen su entrada por la puerta veintiocho”.

 

Algo la impulsó a correr hacia allí, inexplicablemente. Era una cuestión de piel,

 

puro instinto animal. Corría como una liebre, sudaba, Lima, Lima, se decía una y otra

 

vez. Al llegar a la puerta veintiocho cerró los ojos con fuerza. Los abrió de nuevo para

 

contemplar la imagen de Miguel entregando su tarjeta de embarque a la azafata.

 

Nunca una espalda le había provocado tanto miedo.

 

Viernes, 25 de Abril de 2008 11:47 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

SANT JORDI

Desde niña he vivido el Sant Jordi, año tras año, y he salido a la calle en busca de esa hermosa explosión de rosas por toda la ciudad acompañadas de los puestos de libros. El paseo es largo y alegre, no recuerdo un Sant Jordi sin sol, y supone, además, aparcar los abrigos en el armario definitivamente para llevar alguna chaqueta liviana bajo el brazo.

Libros, rosas y sol, qué más se puede pedir un miércoles. Cada año una novedad, en cuanto a las rosas, éste 2008 ha creado pétalos arco-iris, sí, cuidadosamente teñidos, rosas de colores para el orgullo gay. Divertido.

Siempre me invitan a la presentación del libro de algún amigo, es una jornada distinta, de felicitaciones, de larguísimos paseos por Rambla Catalunya, Paseo de Gracia y Ramblas.

Este 2008, digo, me he dedicado a contemplar uno a uno a los “escritores”, caseta a caseta, y la reacción popular al respecto. ¿Qué compra la gente en este día espectacular?

Carlos Ruiz Zafón colapsó el centro de Barcelona durante la firma de su último libro: “El juego del ángel” (Planeta).Fué el libro más vendido en castellano. Segundo: Chufo Llorens, con la novela histórica “Te daré la tierra” (Grijalbo/ Rosa dels Vents), tanto en edición castellana como en catalán.

Najat El Hachmi, premio Ramón Llull con “L´ultim patriarca” (Planeta) y “Jo també soc catalana”, escritora marroquí fotografiada hasta la saciedad, ejemplo de integración y perfecto personaje mediático para los restos de los restos de ésta nuestra tierra.

Boris Izaguirre, finalista del Planeta con “Villa Diamante”, produjo larguísimas colas con gritos incluídos mas petición de foto. Risto Mejide, otro mediático, jurado impertinente de “Operación Triunfo”, que ha escrito algo, cómo no, pero no sé qué, ni me interesa lo más mínimo. Y lo ha publicado.

Isabel Allende, que llegó en jet privado desde Londres, con “La suma de los días”, firmaba rápidamente porque su jet tenía que partir antes de las nueve.

Jorge Bucay, gurú de la autoayuda, “Las 3 preguntas”, decía que para ser feliz hay que dejar fluír la risa.

Quim Monzó firmaba de pié con la música de fondo de “Els Pets” (Los pedos) sí, he escrito “Los pedos”, así se llaman. Perdón, el libro de Monzó se titula “Mil cretins”

(Mil cretinos), es decir, firmaba mil cretinos con la música de los pedos, es así. Sí.

El ex honorable Jordi Pujol, cetrino (he escrito cetrino, por lo del color, no cretino) y ojeroso, estaba sólo con un libro de memorias, tanto en catalán como en castellano, por cierto, porque la “pela, es la pela”, muy cerca de Reixach, el ex futbolista del Barcelona, que también ha escrito un libro,( perdón, tal vez sólo lo ha publicado) ya se sabe, el maná es la política y el deporte. Y el ex honorable miraba a Boris pero Boris no miraba al ex honorable, y seguramente el ex honorable quería mirar a Najat El Hachmi, la escritora marroquí que escribe en catalán, divina perla integrada, musulmana, pero integrada, pero no podía verla porque estaba rodeada de fans. El ex honorable no tenía fans ni tenía balcón.

Una se pregunta si el Sant Jordi no será como la pasarela Gaudí y Cibeles, un desfile de moda, donde desfilan modelos de la misma forma que se publican libros. Lo digo porque Boris siempre está en Cibeles y en Gaudí, y Risto, y Monzó, y muchos de los personajes (no diré escritores) que el miércoles firmaban libros. Un “club” donde el rasgo distintivo personal predomina sobre lo estrictamente literario. Lo mismo se creen que hacen sociología como los de “Gran Hermano”.

A las cinco de la tarde, en las mesas, el día de autos, Isidro Esteve, ex motorista que tuvo la desgracia de quedar en una silla de ruedas por accidente, firmaba autógrafos, porque ha publicado un libro.

Albert Espinosa, guionista y dramaturgo del que no he leído nada, ha publicado un libro narrando sus experiencias en la lucha contra el cáncer durante siete años, perdiendo en el camino una pierna, un pulmón y medio hígado.

La chica marroquí a la que hace cuatro meses no conocía nadie, no paraba de firmar, ella també es catalana (ella también es catalana) pero eso de que una marroquí escriba en catalán permite lecturas políticas sobre la integración de los inmigrantes y demás, que aquí es mucho, o tal vez es que lo significa todo.

En la plaza Cataluña instalaron una gran pantalla de video donde se proyectó una entrevista con el ya fallecido Terenci Moix.

Un grupo de niños acompañados de su maestra, miraba con interés las imágenes.

¿Quién es? –preguntó uno de ellos.

“Un escritor” , respondió la maestra.

¡Un escritor ¡ ¡ Un escritor¡ gritaba toda la clase.

“Pero un escritor de verdad, seño?”

“De verdad. El mejor y el más grande escritor de Cataluña”.

“Y dónde firma, seño?”

“Ya no puede. Está muerto”.

Viernes, 25 de Abril de 2008 18:30 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

DELITOS NÓRDICOS

El secuestro más largo de España fué el de Anabel Segura, seguido por el de Maria Angels Feliu, la farmacéutica de Olot. En ninguno de los dos casos llegó a los dos años.

La reacción de la prensa, tanto como la de las investigaciones policiales, desde el principio fue exhaustivo y constante, tanto en información como en investigación. Los españoles asistíamos casi a diario a las noticias sobre un secuestro y otro, cada uno en su tiempo.

Hoy , las noticias informan sobre un caso dantesco: Joeph Fritzl , de 72 años, ha sido detenido por mantener secuestrada a su hija durante 24 años en el sótano de su propia casa, habiendo tenido seis hijos con ella, que también han permanecido ocultos en ese mismo sótano. La hija, Elisabeth, tiene 42 años, y el mayor de sus hijos, 20, que ha visto la luz del día por primera vez precisamente hoy. Ha ocurrido en Austria, donde también tuvo lugar el secuestro de Natasha Kampusch, la joven que permaneció durante ocho años también en un sótano.

Elisabeth Fritzl ha declarado que su padre la sometió a abusos sexuales desde los once años, y en 1984, la esposó y la dejó encerrada en el sótano hasta el día de hoy.

Los vecinos aseguran no haber notado nada especial ni alarmante. Ha sido descubierto al llevar a urgencias de un hospital a una de sus hijas-nieta de 19 años, Kerstin, gravemente enferma. Al preguntar los médicos por las condiciones en que había enfermado y el historial médico de la madre, Joseph Fritzl ha dicho que fué captada por una secta a los 20 años, y nunca regresó. Él mismo denunció su desaparición. Al parecer, ninguno de los seis hijos-nietos ha sido inscrito en el registro civil.

“No sabíamos nada, nunca escuchamos nada” son las palabras de todos los vecinos de la zona. Veinticuatro años en un sótano, violaciones constantes, seis partos, seis bebés...nadie escuchó absolutamente nada.

Un caso más, también en Austria, aunque menos reciente, es el de una mujer, enferma mental, que mantuvo secuestradas a sus tres hijas durante siete años.

Ningún país puede estar orgulloso de sus delitos pero sí posiblemente avergonzado por la forma de tratarlos.

Los nórdicos son muy distintos a los españoles, no sólo por idioma, sino por cultura y clima. La mayoría de los nombres comunes y apellidos se caracterizan por la gran cantidad de consonantes y mínimas vocales : Las vocales significan la parte emocional. Curioso.

El frío domina sus vidas, por lo que pasan la mayor parte del tiempo en casa. Los locales de ocio, como restaurantes, bares de copas y discotecas, casi siempre parecen tranquilos. Ni una risa de más, pocas exclamaciones, conversan en un tono monocorde y educado sin alterarse, ni siquiera cuando se trata de pura diversión. No acostumbran a discutir, palabra a la que equivocadamente atribuímos un significado peyorativo, cuando “discutir” significa exponer opiniones contrarias y debatirlas. No discuten.

La tertulia les suena a cuento chino, incluso es muy complicado intentar explicárselo. De hecho, para la mayoría de los nórdicos, discutir es sinónimo de enfado y pelea. Lo consideran una pérdida de tiempo. Sólo forman escándalo cuando beben, y beben hasta hartarse. Entonces parece que todo vale, y al día siguiente se puede decir eso de “no me acuerdo de nada, estaba borracho”.

En España es prácticamente impensable este tipo de secuestros. Hasta la fecha, afortunadamente, no se han producido. Los españoles, de sangre caliente, discutimos, opinamos, mostramos lo mejor y lo peor, levantamos la voz al brindar, al celebrar y al aplaudir. Tanto la prensa como la policía, ante un caso semejante, actúa de inmediato y sin desfallecer hasta dar con el lugar y el secuestrador, de una forma u otra. Las noticias hablan a diario de cualquier delito, informando con todo lujo de detalles sobre cada paso, un día y otro día. Puede que sea una cuestión de carácter llevado hasta las últimas consecuencias. Lo malo, es que en estos tres casos concretos una serie de personas, jóvenes y niños, han visto sus vidas rotas y con muy difícil arreglo. Secuestro, incesto, violación … yo me pregunto si no es mejor estar muerto. Partiendo de la atrocidad es muy difícil analizar cómo se cometen delitos en uno y otro país, pero sí es cierto que la tortura y el silencio ( tanto popular como administrativo) asustan, producen verdadero pánico. El cuerpo y la mente no se nos queda igual ante un asesinato que ante un secuestro de veinte largos años, de padre a hija, con violaciones incluídas y seis hijos-nietos también secuestrados durante toda su existencia. Devastador. Criminal por sí mismo. Terrible. Estremecedor.

Me pregunto cómo habría actuado el gobierno de España ante otro secuestro, el de Wolfgang Ebner y Andrea Kloiber, austríacos retenidos en Mali, muy cerca de Argelia, como rehenes. Llevan más de dos meses retenidos y amenazados de muerte por Al Quaeda , que ha solicitado la liberación de una serie de presos y más tarde tres millones de euros a cambio de sus vidas. Acostumbro a ver la televisión austríaca todos los días. Ni siquiera una vez por semana informan sobre el caso. El gobierno austríaco tardó en pronunciarse, pero aún así, parece que no es una noticia con la suficiente relevancia como para ser difundida a diario. Estoy absolutamente convencida de que en España, la cosa sería completamente distinta. No sólo estaría Zapatero hablando del asunto todos los días, sino que se habrían tomado medidas, no sé cuáles, pero se estaría actuando, mediando, conversando, intercediendo…

A un país también lo definen sus delitos, lamentablemente. Yo insisto, me quedo con una rarísima sensación de silencio y tortura que me aterra. Me dá frío, y me dá miedo, mucho miedo.

Domingo, 27 de Abril de 2008 22:08 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema

el caso FRITZL

¿Quién lleva al diván a la patria de Freud?
[ Fran Ruiz ]
“Todo el país debe preguntarse qué está mal en los cimientos de la nación”. La frase la hace el diario vienés “Der Standard” a raíz de la conmoción nacional (y mundial) tras descubrirse por casualidad que un jubilado encerró en el sótano de su casa, durante 24 años, a su hija mayor para violarla sistemáticamente.
Los macabros detalles de esta muerte en vida de Elisabeth y sus siete hijos productos de esta violación, así como del nivel de maldad de su padre —“un respetable vecino” coinciden todos— contrasta brutalmente con los paisajes casi idílicos de un país con uno de los niveles de vida y de cultura más altos del mundo.
¿Qué anda mal para que la patria que vio nacer a Mozart y a Freud para que haya engendrado a monstruos como Josef Fritzl?
Lástima que el padre del psicoanálisis no pueda echarnos una mano, porque este horror no es nuevo entre las bucólicas montañas alpinas y los valles tiroleses. Los austriacos se toparon con el caso Fritzl cuando apenas han digerido el drama en torno a la joven Natascha Kampusch, secuestrada cuando tenía diez años y que pasó casi ocho encerrada por otro psicópata, Wolfgang Priklopil, quien se suicidó arrojándose al tren cuando descubrió que su presa se había escapado el 23 de agosto de 2006.
No hay al parecer una respuesta lógica que explique porqué de una sociedad como la austriaca —tan cercana a los ideales de bienestar y progreso— ha salido un criminal cercano a la maldad absoluta como Fritzl, sólo la triste constatación de que también de ese pequeño país surgió el símbolo del mal absoluto: Hitler.

Miércoles, 30 de Abril de 2008 13:43 Consuelo García del Cid Guerra #. sin tema


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