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Matarile-rile-rile...

¿Dónde están las llaves?...en el fondo del mar. Pero resulta que esto ya no es el corro de la patata. El gran Serrat nos cantó hace algún tiempo que el sur también existe, y hemos perdido el norte. Será que hace cincuenta veranos nos han sobrado polos de todos los sabores, y secamos los sudores con productos tan perecederos como nosotros mismos. Que el ojo no vaya al dato : Busquemos ese camino que conduce a los bajos fondos, al alma más incómoda, frente a cada fantasma que nunca lo fue del todo. Sábanas blancas, no santas. Túnicas de algodón, momias carnosas que predican trabajos, estrellas,rituales y horóscopo. ¿Quién es quién, cómo pasó, dónde estamos, qué hacemos?...No me digas que todo depende de ese gran templo poderoso que se eleva de nuevo como víctima en sombras. No son ellos. Nosotros hace ya demasiado que no estamos por dentro y malgastamos aire por llegar hasta el centro. Tus reuniones, mis fiestas, las marcas de la envidia, viajes hacia lo exótico sin entender sus fines, souvenir –no recuerdo- , ganchillos como armas en contra de ese prójimo mucho más que molesto. Tengo miedo, compadre. Tengo miedo de esto, por no ser adecuada a sus enormes retos, por luchar hacia atrás como correcta imbécil, por confiar en ellos, por oír cada paso tras los que no han pisado. Qué corta lejanía. Qué malgastado engendro.
Contaría las vidas que no han llegado a término por un asunto rápido que suplantó venenos. Tu análisis, el mío, sale ya con las manchas de tabaco y excesos. Esfuerzo, desazón, reminiscencia y muertos. Una oración que insiste en velar los cadáveres importados o no por jardines y tierras. Cenizas arrojadas a lugares hermosos, mucho más que esa vida in-corrupta y modesta. Dime qué tienes : Doy. Si no lo entiendes : Ellos. Conjuguemos los verbos como cuando –de niños- la maestra insistía golpeando el puntero. Mapa de libertad, catálogo de cosas, nuestros casos abiertos anteceden la pena que ha fabricado el tiempo.
Requiem

Has llegado a tu casa y has cerrado la puerta
con aquel mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz, para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un año,
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.
Luis Rosales.
Ojo al dato que me estoy quedando ciega. La actualidad resume un catecismo reciclado, y no será de extrañar que se convierta en arma de buzoneo : El marketing es más dios que el propio Google, llega hasta los más insospechados recovecos del claustro maternal, inhumano o
docente. Menudo lavadero. El mundo pasa por un terrible lavado sin lluvias personales. Nos duele lo que toca, todo aquello que quitan, la ración inconforme que –hasta ayer- sostenía el bienestar supuesto de cada españolito. La base del estrecho camino a resolver no conoce posada. Aquí se cobra todo, hasta la propia queja. Hablamos de una peste condenada a existir.
Yo escupí hace ya mucho sobre un país macabro, he corrido con ganas ante el gris y el azul. Tuve perros pastores (alemán y d´atura) pero opté por los gatos, que arañan sin cuidado el sofá y la moral. Cuando llegó el 2000, no lo celebré nada. Ningún ordenador sufrió por el efecto que anunciaron terrible. No llamé a las videntes. Dejé de confesarme, maldije teorías y firmé manifiestos poco representados. Resumiendo : El camino es un verbo. Personal hasta el fondo de tu propio terreno. Ser o no ser. Estar es otra cosa. Y sobre esos casos se concede el diván de la seguridad social , ahora con cortes de venas, sangre sin analizar y radiografías a la espera : Ni Google sabe cuando.
Ayer, lluvia de estrellas. Incluso el más pintado se empeñaba en un cielo protector e impostor.
Mientras, maestros del senado insisten en consignas que desorientarían incluso el paso al limbo. Se ha prohibido prohibir, y el asfalto permite que no se deje huella excepto para morir.
Seré breve

Para sus señorías continuaremos siendo minoría. Contra su información, cientos de miles. En las declaraciones de rigor dicen lo que no sienten, porque están asustados. Des-posesión de bienes. Facultades mentales. Pecados –los suyos- muy veniales. Los mortales: Nosotros, de simple y llana.Mente. Ensanchados al gancho de un poder alcanzable, vitalicio el escudo, casi inmortal su silla, represora contienda más allá de higadillos, sospechosos bigotes, melena desigual . Nos bendicen lo mismo con su papa o sin ellos. Apostarán sus almas sobre la sangre inútil del triste perdedor. Despojado de casas, nómina y automóvil. Asaltando una cumbre difícil de alcanzar. La propiedad privada y un trozo de madera donde crucificar el resto de unos huesos tan descalcificados como el diente marrón de cuatro mil ancianos. Dependientes de nadie. Pretendientes en sí.
Yo te arrojo ese guante señalando mi ofensa. Yo me parto la cara, el espinazo, el cuerpo. Te reto a naufragar en la misma patera que tantos han sudado para cruzar el mundo, aparcar en la tierra, creerse ser humano y trabajar. Yo que sin nadie apuesto en el bando vencido, con canas encubiertas, voy a meterte el puño por un canal estrecho : De Gibraltar a Málaga, sin religión concreta, medida la palabra que te torean todos los espontáneos , descamisados, tercos, con la voz irritada por tanto des.Gobierno. Milita brevemente un uniforme asido sobre sus epitelios. No me cuentes un chisme del bendito evangelio. No me cantes la caña, porque yo la sostengo.
Miércoles
Documentar olvidos es tarea de humanos. Oficio pervertido que niega del pasado su afrenta al diccionario. Los pájaros cansados que volaron un día sobre la Sierra helada, cabezas de mil niñas con melena robada. Faldriqueras y órganos que no escondieron nada. Contenido inexacto. Madrugó la mentira, se escocieron las manos y todas esas gargantas han vomitado leche de nata artificial. Cuantas lágrimas. Asco. Por justicia y recuerdo arderá cada causa. Yo os espero, canallas. Encontraré los nombres, sus papeles, las piedras del lugar que todavía hablan.
Banda Armada
Para mí no es acontecimiento, puesto que no les creo. Su palabra endiosada en un comunicado cavernícola, tres sujetos ocultos bajo capuchas dignas de sus santas semanas o ku kux clan. Celebramos un supuesto final mientras el mundo aplaude la muerte de Gadafi: No mataremos más, oh muerte, dónde está tu victoria...No me hablen de experiencia ni compasión por sus presos, se encuentran en su justo lugar: Fuera de la sociedad, privados de libertad, como les corresponde. La pena de sus víctimas –más de 800- ha sido de muerte. Hombres, mujeres, niños. Su eterna prepotencia de nuevo se presenta echando un pulso al gobierno, el mismo que asesinó a Miguel Angel Blanco, sin ir más lejos. Las manos manchadas de sangre de esta banda armada llevan su marca para los restos, y no sé perdonar, porque sabían lo que hacían. Lo hacían a conciencia, con gran infraestructura –ahora perdida- premeditación, alevosía, de noche o a plena luz. No puedo olvidar nada. Ni una palabra de arrepentimiento, la misma actitud triunfante que ahora –dicen- nos hace el gran favor de no matar. Asesinos en cualquier caso, en nombre de la causa que decidan. Asesinos.
EL NIDO DEL CUCO

Javier García Marín bebía desde los once años. Estuvo de botellón con sus amigos y asegura que dormía la mona a la hora en que murió Marta del Castillo. Condenado como encubridor. Absuelto de violación y asesinato. Ya no es menor de edad. Se ha dejado crecer el pelo y luce una larga melena casi femenina teñida de rubio. El Tribunal le llamó la atención por su chulería al declarar. Posiblemente se haya crecido bajo la privación de libertad, junto con su amigo Carcaño, el líder asesino que rompía puertas y buzones cuando se enfadaba. Chicos malos, dicen. Canallas de barrio definitivamente encallados en sus propios errores, bajo riendas sueltas socialmente aceptables. Gamberros, niños terribles cargados de violencia. Seguramente adeptos al más terrible gore, cintas de terror explícito, consumidores eléctricos de rápidas sustancias, expertos en pequeños hurtos, adeptos a música máquina monocorde. Muchachos de llamadas perdidas, sustos y madrugadas, vomitonas frecuentes , hechos con do de pecho, gritos, amenazas, sueño...Cabría reflexionar sobre todo lo normalizado, legalizado y permitido. Sobre lo que –aún- prohibido, excita ese deseo elemental de transgresión. Bajo leyes vigentes, el menor. Un código penal que no equilibra la elemental moral. Habría que meter mano a ese nido del Cuco, como se conoce a Javier García Marín. Su madre apareció ayer en televisión para defender al hijo –dice-. Pero no dio la cara. Sí cobró bastante más de diez mil euros. Es una forma como otra cualquiera de financiar delincuentes. Ella no ha hecho nada, pero no tiene verguenza. Tampoco el canal que le ofreció figurar, en busca de su codiciada audiencia. El escándalo no está en una cantidad u otra. Parte de la posibilidad existente a entrar en semejante bacanal sin freno donde casi todo vale. Condena. Cadena. Pena...